Desarrollarán un tapón de corcho adaptado a las condiciones de segunda fermentación

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En la producción de vino espumoso en botella es necesaria una segunda fermentación, conocida como tiraje, en la que se acostumbra a usar un tapón de plástico y aluminio (corona). Un proyecto, en el que detrás está el grupo operativo SensoVI, formado por las bodegas Recaredo y Gramona, la Fundación Instituto Catalán del Corcho (ICSuro), las empresas productoras de tapones para espumosos Oller y Tesa, el Instituto Catalán de la Viña y el Vino (INCAVI) y el Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA), quiere estudiar las mejoras sensoriales en el vino que comportaría cambiar este tapón por uno de corcho, 100% sostenible, reciclable y biodegradable. Se quiere contribuir, así, a incrementar la calidad de los espumosos, que el sector sea más competitivo y preservar los bosques de alcornoque.

En el mismo, se desarrollará un nuevo tapón adaptado a las condiciones de segunda fermentación de los vinos espumosos, que serían de corcho. De esta manera, se quiere impulsar el sector del corcho en Cataluña, donde el 50% del bosque de alcornoque no está en explotación por falta de rentabilidad. Uno de los objetivos finales del proyecto es que «se incremente la superficie de bosques de alcornoque catalanes gestionados de forma sostenible».

En la actualidad, son muy pocos los elaboradores que utilizan tapón corcho en la segunda fermentación de vinos espumosos, y los que lo usan argumentan que el tapón de corcho proporciona unos aromas más complejos que el tapón corona. Aun así, no existen estudios que describan empíricamente estas diferencias ni tampoco se ha realizado un estudio comparativo con un panel de cata oficial. En este sentido, en el SensoVI, el IRTA realizará un estudio con 200 participantes que permitirá evaluar la aceptabilidad de diversas muestras de vino espumoso en función de la información que se les proporcionará sobre aquel producto.

 

Evaluaciones a ciegas

En una primera etapa, se harán evaluaciones a ciegas de los diferentes vinos; a continuación, se evaluarán las expectativas de los consumidores solo proporcionándoles información sobre el producto (precio, tipología de tapón utilizada en la segunda fermentación, etc.); y, finalmente, se volverán a degustar los vinos proporcionando la información sobre el producto a los participantes. «Así podremos conocer qué efecto tienen las características de marketing del producto en la percepción sensorial que tiene el consumidor de un vino determinado», ha comentado Anna Claret, investigadora del IRTA experta en el comportamiento del consumidor. En la segunda fase del estudio «se identificarán los atributos del producto que tienen una mayor importancia en la intención de compra de los consumidores y que determinan así qué sería el producto considerado ideal para los consumidores», ha subrayado Claret

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