El CGC reclama celeridad para concretar la retirada de los aranceles de EE. UU.

El 24 de julio, Airbus anunció que renunciaba a las ayudas que fueron declaradas por la Organización Mundial del Comercio (OMC) ilegales. Según confirmó poco después la Comisión Europea (CE), los Gobiernos de España, Francia y Alemania acordaron entonces con el fabricante aeronáutico europeo modificar los términos de los créditos reembolsables concedidos a la firma, con el fin de reflejar las condiciones del mercado y tratar de zanjar la disputa comercial con EE. UU. y con la compañía de aquel país, Boeing. Aquella crisis derivó en la imposición, a partir de octubre de 2019 y como medida de retorsión habilitada por el organismo internacional, de aranceles a un importante listado de productos agroalimentarios procedentes de estos países, así como del Reino Unido (que también forma parte del consorcio). Las tasas aplicadas desde entonces –del 25% ad valorem– han expulsado de este mercado a los cítricos españoles (fundamentalmente clementinas) y han provocado ingentes pérdidas en otros tantos productos clave, como el aceite de oliva, el vino o los quesos de nuestro país. Sin embargo y a pesar de que, formalmente, la Administración Trump no tenga ahora argumentos con los que mantener esta penalización, aún quedan pendientes determinadas gestiones ante la propia OMC y los EE. UU. para que la retirada de tales aranceles sea efectiva. De ahí que el Comité de Gestión de Cítricos (CGC) –la asociación nacional que concentra al comercio privado de este cultivo y cuyos socios también explotan una elevada superficie de producción– reclame tanto al Gobierno español como a la CE que «actúen al más alto nivel para acelerar la reapertura y poder retomar las exportaciones agroalimentarias afectadas así como los envíos de mandarinas y naranjas al comienzo de la próxima campaña, ya en septiembre, con nuestras clementinas precoces», señala la presidenta de esta entidad, Inmaculada Sanfeliu. De no actuarse con rapidez, será complicado que los operadores puedan organizar la logística necesaria para negociar nuevos programas de suministro a EE. UU.

La CE, por su parte, se ha mostrado partidaria de una solución negociada. Sin embargo, si no hay un acuerdo, el comisario de Comercio, Phil Hogan, ha advertido que «la UE estará lista para ejercer sus derechos a imponer sanciones». Hogan se refería así al próximo pronunciamiento de la OMC, que en breve debe determinar las medidas que, en este caso, tiene derecho a aplicar la UE por otras ayudas ilegales, esta vez concedidas por EE. UU. a Boeing. «Si realmente Europa quiere acabar con esta guerra comercial debería cerrarse ya un acuerdo», advierte Sanfeliu quien además remarca «que el sector agroalimentario en general y los cítricos muy en particular son los grandes damnificados de las decisiones geopolíticas de Europa».

El listado de agravios comerciales cometidos en contra del sector citrícola ha tenido un impacto muy relevante. En 2014, a causa de la posición europea en la guerra de Crimea, Rusia impuso unilateralmente un veto a los productos agroalimentarios que aún hoy se mantiene. El gigante euro-asiático era, entonces, el segundo/tercer destino citrícola en importancia más allá de la UE, con unas exportaciones por campaña de entre 60.000 y 72.000 toneladas (t). A corta distancia de esta plaza se situaba entonces EE. UU., que llegó a adquirir a España hasta 110.000 t de cítricos en la temporada 2006/07. «EE. UU. fue, con mucho, el primer mercado citrícola no europeo, clave en los arranques de temporada, estratégico para las clementinas precoces españolas, perfectamente complementario con la producción local californiana y un gran escaparate mundial que debemos empezar a recuperar lo antes posible», señala la presidenta del CGC. Los aranceles del 25% impuestos al comienzo de la campaña que ahora acaba han terminado de expulsar la oferta española de aquel destino, ya muy castigado por las rigideces del duro protocolo fitosanitario aplicado y por la competencia barata de Marruecos, que ha asumido junto con otras procedencias que gozan también de arancel cero (Chile, Sudáfrica, Perú y Uruguay) la cuota de mercado que tenía España.

«Es un perfecto sinsentido porque las medidas de retorsión aplicadas por Trump contra los cítricos no han logrado recaudar nada, porque el 25% de nada es nada», matiza además Sanfeliu quien reitera que «poder volver a competir con nuestras clementinas y satsumas precoces en EE. UU. sería clave para así evitar el mercado comunitario crecientemente saturado por la oferta de mandarinas tardías de Sudáfrica como consecuencia de la pérdida continua de preferencia comunitaria».

En el horizonte, además y junto a las dificultades derivadas de la crisis del coronavirus, pesa la amenaza de un Brexit sin acuerdo en el que es –con 330.000 t exportadas en la pasada campaña- el tercer mayor mercado citrícola para España tras Alemania y Francia. De no llegar a un pacto en octubre o no producirse in extremis antes de final de año, el Reino Unido aplicaría a las mandarinas españolas a partir del 1 de enero de 2021 un arancel del 16% y otro del 10% (entre el 1 de noviembre y el 30 de abril) y del 2% para las naranjas durante el resto del año. La oferta competidora –de Marruecos, Turquía, Egipto o Sudáfrica– se beneficiaría de los acuerdos preferenciales ya suscritos, con arancel cero.

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