El posible perfil enológico de los vinos de la vid silvestre euroasiática antes de su domesticación y la presencia más antigua de semillas cultivadas en el área de Tartessos

Autores:

F. González de Canales1, R. Ocete2, G. Lovicu3, J. Llompart4, E.C. Martín5, C. Weiland6, A. Rodríguez Miranda7, J.M. Valle7, M. Cantos8, J.L. García8, M. Lara9, A. Montaño9, C.A. Ocete2

(1) Académico Correspondiente de la Real Academia de la Historia. Madrid.
(2) Freelance (Tirgo, La Rioja).
(3) Agricultural Research Agency of Sardinia (AGRIS), Sassari–Fertilia, Sassari (Italia).
(4) Freelance, Huelva.
(5) Museo de Huelva.
(6) Ciencias Agroforestales. Escuela Politécnica Superior. Universidad de Huelva.
(7) Escuela Universitaria de Ingeniería, Universidad del País Vasco (UPV/EHU), Vitoria–Gasteiz.
(8) Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla (IRNASE–CSIC).
(9) IFAPA Rancho de la Merced. Jerez de La Frontera (Cádiz).

Publicado en Enoviticultura nº66

RESUMEN

El presente trabajo se centra en cinco poblaciones relictas de vid silvestre euroasiática de la provincia de Huelva, prospectadas entre 2015 y 2017. En cada una se llevó a cabo una microvinificación. Los datos análiticos indican que la concentración de etanol varía entre 10.4 y 13.4%. La intensidad del color se sitúa entre 14,6 y 17,6 y el pH entre 3,26–3,27. Dichos valores son adecuados para los vinos tintos en zonas con climatología mediterránea.

Por otro lado, mediante el procedimiento del radiocarbono, se ha calculado la edad de las semillas de vid cultivadas que estuvieron sumergidas y han sido encontradas en una excavación en el centro de la ciudad de Huelva, que arroja una antigüedad de 2.795 ± 30 años B.P. Esta fecha coincide con la calculada según el estilo de los restos de cerámica para contener vino de origen sardo que acompaña a las pepitas, que se encuentran en el mismo estrato arqueológico.

Las medidas tridimensionales de dichas semillas se compararon con otras de origen silvestre para establecer diferencias morfométricas entre ambos grupos.

Palabras clave: Ánfora Sant´Imbenia, Brocca askoide, Microvinificaciones, Vitis vinifera L. ssp. sativa (DC.) Hegi, Vitis vinifera L. ssp. sylvestris (Gmelin) Hegi.

ABSTRACT

The possible oenological profile of wines from Eurasian wild grapevine before its domestication and the oldest presence of cultivated seeds in the area of Tartessos. The present paper is focused on five relic wild grapevine populations within Huelva province (SW Europe, Spain) prospected between 2015–2017. One microvinification was carried out in each population. Data indicate that the ethanol concentration varies between 10.4 and 13.4 v/v. The color intensity is situated between 14.6 and 17.6 and the pH between 3.26–3.27. These constitute suitable values for red wines under Mediterranean climatology.

On the other hand the age of cultivated waterlogged grapevine seeds found in an excavation in the down town of Huelva city, using a radiocarbon procedure, was 2,795 ± 30 years B.P. This antiquity agrees with that calculated according the style of the ceramic rests to contain wine from Sardinian origin accompanying the pips, found in the same archaeological stratum.

Tridimensional measures of these pips were compared with other from wild origin in order to establish differences between both groups.

Key words: Amphora Sant´Imbenia, Brocca askoide, Microvinifications, Vitis vinifera L. ssp. sativa (DC.) Hegi, Vitis vinifera L. ssp. sylvestris (Gmelin) Hegi.

La vid silvestre euroasiática, Vitis vinifera L. ssp. sylvestris (Gmelin) Hegi, es una subespecie dioica y constituye el antepasado de los cultivares actuales, pertenecientes a las subespecies Vitis vinifera L. ssp. sativa (DC.) Hegi (Levadoux, 1956), que son principalmente hermafroditas.

Los principales hábitats de las poblaciones silvestres en las áreas mediterráneas son los bosques de las orillas de los ríos y arroyos, donde muy rara vez aparecen ejemplares hermafroditas por mutación. Estas últimas parras producen racimos más grandes debido a su capacidad de autofecundación, por lo que se eligieron sus sarmientos para plantarse fuera de los hábitats naturales desde el Neolítico. Las variedades cultivadas han sufrido un largo proceso de selección por parte de las comunidades humanas hasta nuestros días (Forni, 2004). Estos hechos permitieron concentrar en ellas características útiles para la productividad (hermafroditismo, tamaño de racimos y bayas) y para la calidad del producto y la facilidad de explotación (acumulación de azúcar, resistencia a la sequía y grado de tolerancia a las especies parásitas) (Ocete et al., 2007).

Las poblaciones de vid silvestre euroasiática se extienden desde Portugal hasta la cordillera del Hindu Kush (Arnold, 2002), colonizando algunas áreas del Magreb (Ocete et al., 2007). Estas parras han sido utilizadas por humanos para varios propósitos, producción de vino, vinagre, como alimento, para fabricar aros de nasas de pesca, maromas de barco y para conseguir remedios medicinales. La Península Ibérica, como el sur del Cáucaso y otras regiones mediterráneas, durante las glaciaciones del Cuaternario, constituyó un refugio para varias especies botánicas, incluida la vid (Gómez y Lunt, 2006).

En varios sitios arqueológicos mediterráneos, desde el Mesolítico hasta el Neolítico, aparecen semillas de vid silvestre, porque en esos períodos constituía una fruta recolectada para el consumo humano (Guilaine, 1976). En la Península Ibérica, existen varios depósitos calcolíticos con abundancia de este tipo de semilla, datados en 5.000 B.P. (Arnanz, 1988). En estos lugares, el vino podría producirse como en otras áreas mediterráneas. La implementación de estudios arqueobotánicos, como parte de la investigación arqueológica, ha llevado a la proliferación de trabajos sobre el manejo de plantas durante diferentes períodos de la Prehistoria (Stika, 1988).

Los estudios etnobotánicos realizados en Andalucía en yacimientos arqueológicos de la Edad del Bronce demuestran la gran diversidad de usos de las plantas silvestres (Peña–Chocarro, 2000).

Las semillas más antiguas de vides cultivadas encontradas hasta el momento fueron las del tell de Shulaveri Gora (República de Georgia), con una antigüedad de aproximadamente 8.000 años B.P. (Mc Govern, 2003; Chilashvili, 2004), dentro del área geográfica conocida como el Triángulo de la Uva Fértil de Vavilov.

Estas semillas cultivadas muestran una morfología diferente con respecto a las silvestres. Son más alargadas y tienen un pico más elongado, como las describieron Stummer (1911) y Logothetis (1970; 1974). A pesar de este hecho, existieron otros centros de domesticación secundarios en todo el área mediterránea, como lo indicaron Arroyo–García et al. 2006; Terral et al., 2010. Múltiples eventos de domesticación pueden haber involucrado no solo las a vides silvestres locales, sino también variedades cultivadas introducidas a lo largo de la Historia que ha ido hibridando con las mismas en diferentes áreas geográficas, como en el caso de nuestra Penísula (Arroyo–García et al., 2006). Este hecho indica claramente que la historia de la viticultura y la producción de vino aún no está bien clarificada en la actualidad.

 La provincia de Huelva, perteneciente a la antigua zona tartésica, constituye el límite suroeste de Andalucía, donde en la Laguna de Las Madres, cerca de la localidad de Mazagón, se encontraron granos de polen de vid silvestre, datables hacia el 4.480 ± 150 B.P. (Stevenson, 1985).

A lo largo de la Cultura del Argar (Edades del Cobre y Bronce) en el este de Andalucía (Hopf, 1991), frecuentemente se encontraron pepitas silvestres en tumbas y otras partes de los asentamientos (Contreras, 2000). Esas ofertas de racimos de vid se extendieron hasta el período romano en la región de Extremadura (Torres–Vila y Mosquera Müller, 2004). Ya en el primer milenio B.C., la evidencia del cultivo de la vid aparece muy cerca de la costa española, vinculada a las colonias fenicias y griegas (García Fernández et al., 2015). En las mismas aparecen ánforas con tipología oriental, casas de prensa (Ruiz Mata, 1993) y marcas del sistema de plantación del viñedo, principalmente, zanjas y pozos (Vera–Rodríguez y Echevarría, 2011).

Según la bibliografía disponible, una sociedad de la Edad del Bronce con una economía basada en la minería y la ganadería se extendió por varios territorios de la actual Andalucía, Extremadura y el sur de Portugal. Esta área fue nombrada Tartessos, de acuerdo con los textos de Heródoto, Anacreón y Estrabón (Schulten, 1945). Esta cultura fue influenciada desde el siglo X–IX B.C. por las costumbres y conocimientos aportados por los fenicios, apareciendo un período orientalizante entre 775 y 550 B.C. (Wagner, 1995). En Andalucía, todavía quedan en uso algunos rasgos de la cultura fenicia. Lo más llamativo para nosotros se puede observar en El Palo, el típico puerto pesquero de Málaga, donde todavía se hacen embarcaciones, llamadas jábegas, que llevan pintado un ojo a cada lado de la proa como los barcos fenicios.

Los fenicios introdujeron el cultivo de vides hermafroditas en esta región (Boutelou, 1807; Hidalgo 1993). Luego, en varios casos, el vino se envasaba al estilo fenicio y se consumía en recipientes griegos (Blánquez y Celestino, 2000). Actualmente, el cultivo de la vid y la elaboración del vino están tan integrados en la cultura europea que el conocimiento del origen de nuestras variedades y vinos proporciona información relevante sobre la Historia, y ésta podría ayudar a explicar el futuro de la viticultura (Martínez–Zapater e Ibáñez, 2017).

El presente artículo está centrado en la provincia de Huelva (Figura 1). Su fin es dar una idea sobre el perfil enológico de los posibles vinos primitivos elaborados con racimos silvestres. Ellos fueron la primera materia prima para producir vino y vinagre. Este último producto tuvo una gran importancia para la conservación de alimentos en el pasado.

Figura 1. Localización del área de estudio.

Por otra parte, se incluye la datación de semillas cultivadas de vid encontradas en el centro de Huelva capital, así como la identificación de cerámica sarda para contener vino encontrada junto a las mismas. También, la comparación morfológica entre las semillas citadas con las silvestres procedentes de la población más cercana en la actualidad a este núcleo urbano.

Material y métodos

Prospección de poblaciones silvestres de vid

La prospección de las poblaciones de las poblaciones de vid silvestre se llevó a cabo a lo largo de las orillas de los ríos principales: desembocadura del Guadalquivir, Guadiana, Tinto y Odiel, sus afluentes y arroyos en época de floración, en la primera quincena de mayo de 2013–2015 (Figura 2). Son poblaciones relictas, debido al fuerte impacto derivado de las actividades humanas, por ese motivo, en la actualidad, esta subespecie constituye un recurso fitogenético amenazado (Ocete et al., 2015).

Figura 2. Ejemplar de vid silvestre en la ribera del Arroyo Candón.

La posición de cada ubicación fue tomada por GPS. Se encontró un total de veintiuna poblaciones dioicas relictas (Ocete et al., 2019). Se seleccionaron cinco de ellas, que mostraban una abundancia mayor de racimos en vides femeninas, que exhibían un nivel muy bajo de infección causada por oídio y mildiu.

La posición geográfica de las cinco poblaciones elegidas y el número de individuos de cada sexo se muestran en el Cuadro 1 y la Figura 3. Algunas de ellas se encuentran en áreas protegidas, como el Parque Nacional de Doñana y el Parque Natural de los Picos de Aracena y Sierra de Aroche.

Cuadro 1. Coordenadas y número de especímenes de ambos sexos

 

Figura 3. Localización de poblaciones de vid silvestre.

Microvinificación

Todas las vides femeninas produjeron bayas rojas con pulpa no coloreada, y con un diámetro inferior a 1 cm. La vendimia tuvo lugar la segunda semana de octubre de 2015. Los racimos no fueron despalillados. La producción de mosto se situó en aproximadamente un 17% del peso total de los racimos. La fermentación se realizó con levaduras indígenas a lo largo de 12–15 días de maceración con dos agitaciones diarias a 20ºC, sin adición de metabisulfito potásico. Cada microvinificación se caracterizó por diferentes parámetros analíticos determinados de acuerdo con los procedimientos descritos por O.I.V. (2015): infrarrojo cercano para la determinación de la concentración de etanol; potenciometría automática para pH y método para la determinación de la intensidad del color con la suma de los valores correspondientes a tres longitudes de onda. Todos los parámetros fueron medidos antes de comenzar la fermentación maloláctica de las muestras.

Los vinos de la vid silvestre se elaboraron no solo en la antigüedad. Su producción fue prohibida en Cerdeña en la segunda mitad del siglo XIV por la Carta de Logu, un código de leyes del Giudice (Rey) de Arborea (Reino Medieval de Cerdeña Central) (Lovicu, 2008). A pesar de esto, los pastores de la isla lo han producido, bajo el nombre de “vino de vulpa” (vino de zorra) hasta casi finales del siglo XX. Por otro lado, en Andalucía, el vino se elaboró para obtener un vinagre de gran calidad hasta la última fecha citada (Ocete et al., 2011).

Presencia de semillas de vid cultivadas en sitios arqueológicos de la ciudad de Huelva

El antiguo hábitat de la ciudad de Huelva ocupaba el vértice de una península abierta a un estuario en la confluencia de los ríos Tinto y Odiel. Una de las áreas de la ciudad fue construida en algunas de las pequeñas colinas que se levantan en el estuario; otra, bastante más ancha, se extiende sobre una zona pantanosa en las estribaciones del estuario. Durante la primera mitad del primer milenio (B.C.), este asentamiento alcanzó una expansión de al menos 20 hectáreas densamente construidas. Esta superficie era aún más grande si incluimos otros montículos con edificios dispersos y restos de actividades relacionadas con la metalurgia de la plata (González de Canales et al., 2004).

En el sector ubicado en el pantano, una poderosa capa freática había impedido que el registro arqueológico continuara más allá de la segunda mitad del siglo VIII a. C. (González de Canales et al. 2004 y 2017; García Fernández et al. 2016). En el área citada, se realizó una excavación para la construcción de un estacionamiento subterráneo entre la calle Méndez Núñez (números 7–13) y la Plaza de las Monjas (número 12). A unos 5 m de profundidad apareció un estrato oscuro, de unos 80 cm de potencia. Éste fue cuidadosamente extraído y sometido a un proceso de flotación. Se recuperó una gran cantidad de fragmentos de cerámica fenicia e indígena, un conjunto de vasijas geométricas griegas, otro de sardas y algunos especímenes chipriotas e italianos. Paralelamente, también se recolectaron múltiples pruebas de actividades industriales (metalurgia de plata, cobre y hierro), productos artesanales (talla de marfil, glípticos, carpintería...), huesos de ganado, pesquerías (con una amplia variedad de especies) y restos agrícolas.

Un primer estudio paleobotánico identificó semillas de vid, higuera y cebada entre otros restos vegetales. Este estudio proporcionó la evidencia más temprana de cultivo de uva en la Península Ibérica (Sánchez Hernando, 2004). Unos años más tarde, las estructuras de zanjas anchas descubiertas en el sitio de La Orden–Seminario, tres kilómetros al norte de la zona de excavación, fueron interpretadas como vestigios de viñedos (González Batanero y Echevarría, 2008; Vera y Echevarría, 2013) (Figura 4).

Figura 4. Abajo, situación de las excavaciones donde se encontraron las cerámicas y pepitas de este estudio. Arriba, ubicación del distrito de La Orden–Seminario con trazas de cultivo de la vid en la ciudad de Huelva.

El cultivo de diferentes especies frutales en esta área, incluidas las uvas, parece comenzar en la transición de los siglos IX y VIII B.C. Este desarrollo agrícola está vinculado con las redes comerciales llevadas a cabo por la gente de mar del Mediterráneo oriental, llegada en busca de metales en el norte de la provincia de Huelva (Pérez Jordá et al., 2017) (Figura 4).

Tomando como referencia varios yacimientos arqueológicos chipriotas y levantinos, se estimó el comienzo del estrato antropogénico más profundo y la presencia fenicia hacia el 900 B.C. El límite inferior de este estrato se determinó hacia el 770 B.C. (González de Canales 2004; González de Canales et al. 2004).

Con respecto a las determinaciones de Carbono 14 por espectrometría de masas con acelerador (AMS), la Universidad de Groningen descubrió tres fechas de huesos de ganado de este sitio arqueológico. La primera se refiere principalmente al siglo X B.C. y la más reciente al IX B.C. (Nijboer y Van der Plicht 2006). Estas fechas de radiocarbono caen dentro del marco cronológico mencionado anteriormente definido por la cerámica, aunque más bien apuntan a su límite superior.

Después de la flotación de una muestra, se extrajeron varias semillas de vid bien conservadas por haberse conservado empapadas en agua. Dieciocho pepitas se conservan en el Museo de Huelva. La datación de las mismas se realizó siguiendo el procedimiento de radiocarbono de Stuiver y Reymer (2017) en el Centro Nacional de Aceleradores de Sevilla, tras ser lavadas en solución ácida, básica y, de nuevo, ácida. También se medieron los parámetros de longitud, anchura y grosor. La misma operación se hizo con semillas silvestres del Arroyo Candón, la población real de la ciudad de Huelva, situada a unos 20 km de la Plaza de Las Monjas (ciudad de Huelva).

Resultados y discusión

Microvinificaciones

Los resultados de las microvinificaciones se muestran en el Cuadro 2.

Cuadro 2. Parámetros de microvinificación.

Las muestras de vino muestran una concentración media de etanol (entre 10,4 y 13,4), una buena intensidad de color (entre 14,6 y 17,6) y un buen nivel de acidez (valores de pH entre 3,26 y 3,57). En referencia a este rango de pH, debe subrayarse que el valor de referencia para los mejores vinos españoles es de alrededor de 3,40 (García–Barceló, 1976).

Estos datos analíticos obtenidos son consistentes con otros de microvinificaciones realizadas en Cerdeña (Lovicu et al., 2009) y otras áreas geográficas de España (Cantos et al., 2017). Estos datos resaltan la posibilidad de obtener vino real, con alto contenido de alcohol y, por lo tanto, susceptible a una larga conservación, de uvas silvestres que crecen espontáneamente en el área. El equilibrio entre el pH y la intensidad del color, intrínseco a los vinos silvestres, podría ser de gran interés en los programas de mejoramiento enfocados para obtener nuevas variedades mejor adaptadas a las consecuencias del marco actual del cambio climático. Este fenómeno está provocando una seria interrupción de la relación antocianina/azúcar en las bayas con consecuencias para el equilibrio de color/alcohol en vinos de cultivares rojos tradicionales (Sadras y Moran, 2012). Por ello, en zonas mediterráneas, incluida Andalucía, se están haciendo plantaciones con la variedad ‘Shyrah‘, dada la gran intensidad de color de sus vinos.

Semillas de vid cultivadas encontradas en un sitio arqueológico de Huelva

Los valores promedio en milímetros son 6,00 ± 0,53 de largo, 3,48 ± 0,39 de ancho y 2,74 ± 0,19, en el caso de las semillas extraídas de la excavación. Mientras que en el caso de las semillas silvestres de Arroyo Candón, con el mismo tamaño muestral, fueron 5,53 ± 0,19, 3.95 ± 0,13 y 2, 97 ± 0,11 respectivamente (Figura 5). Los valores promedio de las semillas del estrato arqueológico se sitúan dentro del rango correspondiente a los ejemplares cultivados, mientras que el otro grupo corresponde ejemplares silvestres, según los criterios de Terral et al. (2010).

Figura 5. De arriba abajo: semillas de vid silvestre del Arroyo Candón; semillas cultivadas de la excavación de Huelva; semillas de ‘Red Globe‘ de cultivo actual en la provincia de Huelva.

Es necesario indicar que, desde las semillas procedentes de plantas femeninas silvestres hasta las procedentes de variedades modernas obtenidas por mejora genética en laboratorio, el gradiente en el alargamiento del cuerpo y, especialmente, el correspondiente al pico de la pepita, puede considerarse no solo como un síndrome de domesticación, sino también como un indicador de la fuerza de las presiones de selección (Bouby et al., 2013). Está muy claro en el caso de algunas variedades modernas obtenidas por varios cruces dirigidos, como en el caso de la uva de mesa ‘Red Globe’, obtenida de las variedades ‘Emperador’, ‘Hunisa’ y ‘Nocera’ (Keller, 2015).

La edad del radiocarbono convencional fue de 2.795 ± 30 años B.P. (Figura 6). Esta antigüedad es similar a la atribuida a otras muestras de pepitas de uva de hallazgos arqueológicos del centro de Huelva, situadas entre 2.590–2.640 ± 30 años B.P. (Pérez Jordá et al., 2017).

Figura 6. Calibración para calcular la edad por el método de radiocarbono.

Restos cerámicos asociados

Por otro lado, dentro de los 8.007 fragmentos cerámicos fueron extraídos y clasificados: 4.703 eran de artesanía local, 3.233 de tradición fenicia, 33 griegos, 8 chipriotas y 30 sardos (González de Canales et al., 2006). Los fragmentos de las jarras de brocca askoide y las ánforas de Sant’Imbenia (Figura 7), destinadas a contener vino, podrían datarse de finales del siglo IX a mediados del siglo VIII a. C. (González de Canales et al., 2011). Entonces, ambas dataciones dieron una antigüedad similar a las semillas, también los resultados citados de radiocarbono en fragmentos óseos encontrados en el mismo lecho (Nijboer y Van der Plicht, 2006). En las Figuras 8 y 9 se puede contemplar la morfología de los citados recipientes conservados en Cerdeña (Superintendencia de Bienes Arqueológicos de Sassari y Nuoro).

Figura 7. Fragmentos de Brocca askoide (A–F) y de ánforas de Sant´Imbenia (G–J).

Figura 8. Jarras tipo ”Brocca askoide” (Fotografía cedida por el Dr. Mario Sanges).

Figura 9. Ánfora vinaria Zit A procedente del poblado nurágico de Sant´Imbenia (Fotografía cedida por el Dr. Mario Sanges).

Las ánforas Zit A, ahora consideradas ánforas nurágicas, son recipientes producidos en Cerdeña por arcilla local, copiando la forma de las ánforas del Mediterráneo oriental. Los primeros fueron encontrados en el pueblo nurágico de Sant’Imbenia en Alghero (Cerdeña) y tenían un collar, en caracteres fenicios, con el nombre del destino. Estas ánforas también se encontraron en Italia, España (Huelva) (González de Canales et al., 2006) y África del Norte (Docter et al., 1997). De hecho el 40% de la cerámica en la capa más antigua de Cartago (siglo IX A.C.) está representado por restos de estas ánforas.

Algunos fragmentos de ánforas mostraron restos de un tratamiento interno con una sustancia orgánica tipo resina, que aparece ennegrecida en algunos fragmentos estudiados en Huelva (González de Canales et al., 2004; 2006). Por otro lado, algunos análisis químicos realizados por Lovicu y Campus (datos no publicados) en algunos ejemplares de brocca askoide sin lavar, guardadas en el Museo Arqueológico de Ittireddu (Cerdeña) han puesto de manifiesto la presencia de ácido tartárico en la parte interior de los recipientes, lo que demuestra su utilización como contenedor de vino.

El tráfico marítimo de cabotaje entre el final de la Edad del Bronce y la Edad del Hierro muestra la existencia de una importante red de comercio marítimo entre las diversas orillas del Mar Mediterráneo y las costas del sur de la Península Ibérica. En este sentido, la costa occidental de Cerdeña con Tharros, Sant’Imbenia (Alghero) y Sulki (Sant’Antioco) fue particularmente activa. La presencia del comercio cultural y comercial durante el período nurágico desde la Edad del Bronce Medio (siglo XIV–XII a. C.) parece continuar hasta la edad de hierro más temprana, cuando pequeños grupos de comerciantes, sobre todo fenicios, se establecieron y convivieron con los habitantes locales.

Conclusiones

El presente artículo destaca las posibles características de los vinos producidos con uva silvestre en el occidente andaluz, antes de la implantación del viñedo, como son una buena concentración etílica, bastante color y acidez. El uso de uvas cultivadas en las postrimerías del siglo VIII B.C. o comienzos del VII B.C. no solo queda probado por los restos arqueobotánicos referidos, sino, también, por la presencia de esos fragmentos de cerámica sarda destinada a contener vino.

Como consideración final, el presente documento constituye una visión parcial sobre la presencia de vid domesticada en la Península Ibérica. En la actualidad, no sabemos cuál ha sido la contribución del tráfico comercial con el resto del Mediterráneo a la producción de vino, tanto en términos de variedades de vid como de tecnologías enológicas.

El estudio futuro del antiguo ADN de las pepitas podría ser realmente interesante para completarlo. Además, las posibles hipótesis sobre el uso y el origen de la vid en la antigüedad se pueden difundir utilizando la investigación etnobotánica, como en el caso de las especies de Prunus (Ucchesu et al., 2017).

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