Entrevista Maria Lois, directora del Centro de Investigación en Agrigenómica (CRAG)

Entrevista Maria Lois, directora del Centro de Investigación en Agrigenómica (CRAG)
‘No hay una solución mágica, ni única’
Doctorada en Bioquímica por la Universidad de Barcelona (UB), investigadora del CSIC y directora del CRAG (Centro de Investigación en Agrigenómica), Maria Lois, ha realizado estudios pioneros que han sentado las bases de nuevas líneas de investigación en el campo de la generación de inhibidores de SUMO para aplicaciones terapéuticas y agrícolas, siendo, junto a su grupo, un referente en ese campo. Con ella conversamos sobre las nuevas técnicas genómicas (NTG) y del CRAG, centro que visitamos posteriormente.
¿Qué es el CRAG?, ¿A qué se dedica?
El CRAG es un centro de investigación centrado en temas de agrigenómica que se constituyó en 2003 como un proyecto colaborativo entre el CSIC y el IRTA. En 2008 se unió la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) con la entrada de grupos de genómica de animales de granja. En 2011 nos instalamos en el edificio actual en el Campus de la UAB en Bellaterra (Barcelona), momento en el que se incorporó la Universidad de Barcelona (UB).
Lo que hacemos es desarrollar conocimiento. Entender cómo funcionan la fisiología y los mecanismos que permiten la vida de las plantas y los animales de granja, y comprender cómo estos organismos se adaptan a los estreses, superan enfermedades –sobre todo en plantas–, etc., para, después, diseñar soluciones.
¿En qué consisten las nuevas técnicas genómicas, y cuál es su potencial?, ¿en qué se diferencian de los OGM?
Su potencial puede ser ilimitado. Hasta ahora las herramientas estaban sobre todo acotadas a las metodologías transgénicas. Si conocemos que una planta es resistente a la sequía e identificamos el gen responsable, lo introducimos en una que no lo es; eso es una transgénica. En cambio, con las nuevas técnicas de edición genética (NTG), lo que hacemos es copiar. Estas nos permiten reescribir el genoma (cambiando dos o tres letras), hacer cambios tan pequeños que no se pueden distinguir de las mutaciones espontáneas que ocurren en la naturaleza. Se trata de una interferencia mínima y dirigida, que nos permite transferir esa capacidad ventajosa a una planta de interés agronómico.
Sabemos que la biodiversidad se debe a cambios aleatorios en el genoma; estos se producen por errores durante su duplicación o por factores externos que introducen mutaciones. Si estas mutaciones confieren un beneficio al organismo que las ha recibido, este tiene una ventaja respecto a otros y es el que se reproduce más. De esta forma, se genera la biodiversidad.
¿En qué punto se encuentran legislativamente las NTG?
Hace dos años que el reglamento relativo a los vegetales obtenidos con nuevas técnicas genómicas inició su camino, y últimamente ha avanzado mucho. La presidencia danesa del Consejo de la Unión Europea (UE), que está muy alineada con estas técnicas, tiene mucho interés en la aprobación de la nueva normativa. Quizás las reticencias que existen no estén relacionadas con la tecnología sino más bien con la protección de patentes, ya que es una cuestión de intereses. Si después no pueden proteger el producto, ¿por qué las empresas van a invertir en desarrollo? Al final, se está debatiendo más la parte económica que la técnica.
En agricultura y ganadería existen intereses distintos entre los países del norte y del sur de Europa. ¿Sucede lo mismo en este caso?
No, en torno a este tema hay hay bastante consenso: una mayoría de paises, incluyendo Francia, quieren que se apruebe la normativa de las NTG. Europa no puede quedarse aislada del resto del mundo. De lo contrario, estaremos en la misma situación que con los productos de origen transgénico, que no producimos, pero sí importamos e introducimos en nuestra cadena alimentaria. Después de muchos años de uso, se ha demostrado que, además, no representan un peligro para la salud ni para el medio ambiente. Es absurdo, es una contradicción.
Con las NTG nos encontramos en la actualidad en una situación similar.
En el campo de la genómica, ¿qué países son los más avanzados?
A nivel de investigación, Europa es líder en genómica de plantas, incluso diría que por delante de Estados Unidos. A nivel europeo, España es muy potente en diferentes áreas. También hay que mencionar China, que está liderándolo todo. A principios del siglo XXI, cuando comenzó con las secuenciaciones de genoma, el gigante asiático supo posicionarse ya que, al ser una técnica muy robusta y estandarizada, con potencial económico y de personal se obtienen buenos resultados.
Centrándonos en el CRAG, podemos decir que nuestro programa de internacionalización es muy potente, tanto con China, con la que colaboramos estrechamente en secuenciación con laboratorios y empresas, como con otros países. Además, somos atractivos para investigadores extranjeros en etapas avanzadas de su carrera. Este es un claro sello de que somos un centro de referencia en nuestro campo.
‘La agrigenómica es una herramienta esencial para producir una variedad’
¿Tienen alguna línea de investigación centrada en la fruticultura?
Tenemos grupos muy potentes en fruta de pepita (manzana) y de hueso (melocotones) que hacen mejora genómica y utilizan marcadores moleculares para la identificación genética. También se investiga la calidad del fruto, las cualidades organolépticas, la resistencia a patógenos… La idea fundacional del consorcio era poner en el mismo espacio a grupos que llevan a cabo investigación muy fundamental para entender los mecanismos y a otros grupos que tienen más experiencia en especies relacionadas con la fruticultura más cercanas al consumidor.
¿Cómo valora el proyecto de asesoría científica que el CRAG realiza conjuntamente con el ministerio de Agricultura?
Este proyecto, de dos años de duración, tiene una gran importancia estratégica. Estamos en un momento en que Europa va a aprobar el poder generar variedades editadas genéticamente y lo fundamental es que su aplicación sea rápida. Es decir que, en cuanto se apruebe, todos tengan claro qué es, de qué se trata, las implicaciones que tiene y cómo debe aplicarse.
Este proyecto nos permite hacer asesoramiento directo con el ministerio de Agricultura, ofreciéndoles apoyo técnico para resolver cualquier duda que pueda surgir durante el despliegue y la implementación de esta tecnología en el territorio. También estamos promoviendo la coordinación de los centros expertos en esta área para crear sinergias y avanzar con mayor rapidez.
El contexto lo requiere. Todos estamos viendo ya los efectos del cambio climático, un fenómeno que no puede negarse. Celebramos una jornada en Madrid, inaugurada por el ministro Luis Planas, también alineado con esta idea, en la que algunos agricultores participantes comentaron que, si bien siguen trabajando como siempre, ahora sus prácticas no funcionan. No hablamos de una predicción de futuro, el cambio climático ya está pasando.
Parte de la vocación del CRAG es hacer ciencia, generar conocimiento y que este tenga un impacto en la sociedad. Estamos dispuestos a colaborar con el sector. Tenemos el conocimiento, lo que hay que hacer es sentarnos juntos, identificar los retos más urgentes y buscar una forma coordinada de trabajar para crear soluciones.
En un contexto de cambio climático, ¿qué papel puede desempeñar la agrigenómica?
La agrigenómica es una herramienta esencial para desarrollar una variedad, mejorarla de forma específica y rápida. Pero, evidentemente, su aplicación tiene que hacerse con el conocimiento del agricultor y de prácticas como la agricultura regenerativa. Esto implica, por ejemplo, plantearse si la intensificación de los cultivos es realmente la adecuada, o si conviene introducir el intercropping para adoptar manejos que cuiden el suelo y eviten su erosión, y alcanzar rendimientos adecuados reduciendo el gasto en insumos. Queda mucho trabajo por hacer, pero la genómica es, sin duda, una herramienta incuestionable.
No existe una solución mágica, ni única. Estas herramientas tienen un gran potencial, aunque todos deben aportar su conocimiento y su parcela de especialización.
Que el panel de la EFSA (European Food Safety Authority) esté compuesto por científicos, como nuestro investigador Josep M. Casacuberta que preside el panel de GMOs, va en esa dirección: aportan la visión técnica y elaboran informes contrastados y solventes sobre los riesgos de una tecnología, o la ausencia de ellos. Ahí acaba nuestro trabajo en cuanto a la parte administrativa, pero seguimos impulsado la formación ya que necesitamos una población formada e informada.
Nuestro objetivo es ofrecer un diálogo, resolver dudas, escuchando también a los agricultores. Todas las visiones son válidas, valiosas y necesarias.
S.P.–I.F.













