La poda de la vid y las enfermedades fúngicas de la madera

Autores:

S. Ojeda1, M.P. Martínez–Diz2, E. Díaz–Losada2, D. Gramaje1

(1) Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino (ICVV), Consejo Superior de Investigaciones Científicas – Universidad de la Rioja – Gobierno de La Rioja, Finca La Grajera, Logroño.
(2) Estación de Viticultura e Enoloxía de Galicia (AGACAL–EVEGA), Leiro, Ourense.

Publicado en Enoviticultura nº68

Resumen

La poda es una práctica cultural que permite la regulación del equilibrio vegetativo–productivo de las cepas, pero que conlleva la realización reiterada de heridas que pueden disminuir su longevidad debido a la infección por hongos asociados a las enfermedades de la madera. Las buenas prácticas de poda abarcan conceptos como la ejecución de los cortes de poda y las herramientas empleadas para realizarla, la elección del sistema de conducción, el tipo y momento de realización de la poda, la protección de las heridas y la eliminación de fuentes de inóculo de hongos fitopatógenos. En este artículo de revisión, se pretende abarcar cada uno de los conceptos mencionados anteriormente apoyándonos en los últimos trabajos de investigación a nivel nacional e internacional sobre distintos aspectos relacionados con la práctica de la poda y la infección por hongos de la madera de la vid. Finalmente, se expondrán las líneas de investigación a desarrollar en un futuro sobre esta temática.

Palabras clave: Hongos de la madera, Protección de heridas de poda, Vitis vinífera.

Abstract

Grapevine pruning and fungal trunk disease pathogens. Pruning is the most important activity during the dormant season in vineyards. The main objective of pruning is to allow adequate vegetative growth for the following season and to obtain maximum yields of high-quality grapes. Pruning wounds are also the main port of entry into grapevine for fungi associated with grapevine trunk diseases (GTD). Adequate pruning practices include several concepts to consider such as of pruning cut performance, the use and selection of pruning tools, training systems, timing and type of pruning, wound protection and removal of potential sources of inoculum of GTD fungi. In this review, we give an overview about the current knowledge on pruning practices and GTD fungal pathogens infection based on relevant literature published in Spain and abroad over the last few years. Finally, we consider some of the future prospects in this topic.  

Key words: Fungal trunk pathogens, Pruning wound protection, Vitis vinifera.

Tal como ya dictaminó Rozier en el siglo XVIII, la vid es una liana que crece naturalmente desarrollando formas libres con muchas ramas, y si bien su domesticación data de hace 6000 años, únicamente se lleva reconduciéndola desde hace 2000 años (Royo et al., 2017).

La palabra “poda” se refiere a los distintos cortes y supresiones que se ejecutan en los sarmientos, brazos y a veces tronco, así como en las partes herbáceas (pámpanos, hojas, racimos, etc.) que se llevan a cabo algunos o todos los años, con diferentes fines (Hidalgo, 2003). El objetivo fundamental de la poda es limitar el crecimiento natural de la planta, adecuándolo a una formación concreta, y mantener un adecuado equilibrio entre el desarrollo vegetativo y productivo a lo largo de los años de vida de la planta optimizando la calidad de las cosechas.

Desde el punto de vista fitopatológico, las heridas de poda son una de las vías de entrada de hongos causantes de las conocidas como Enfermedades de la Madera de la Vid (EMV). La eutipiosis, el decaimiento por Botryosphaeria y la yesca constituyen una de las principales problemáticas del sector vitivinícola, causando pérdidas importantes de producción que suponen elevados costes económicos adicionales, debido a la necesidad de replantación (Gramaje et al., 2018).

La realización de la poda siempre ha sido un tema controvertido tanto para técnicos como para viticultores. Una buena práctica de poda, además de optimizar las producciones y la calidad de la cosecha, puede ayudar a reducir las infecciones por hongos asociados a las EMV aumentando así la longevidad de los viñedos.

Las buenas prácticas de poda abarcan conceptos como:

  • Ejecución de los cortes de poda, (tamaño de la herida, madera de protección, conos de desecación, etc.) y herramientas empleadas para realizarla.
  • Elección del sistema de conducción y tipo de poda (podas largas, cortas, mínimas, cordón Royat, Guyot simple o doble, Guyot Poussard, etc.).
  • Elección del momento adecuado de la poda, minimizando los posibles efectos adversos.
  • Protección de heridas de poda con mástic con o sin fungicidas, y agentes de biocontrol eficaces y autorizados.
  • Eliminación de fuentes de inóculo de hongos fitopatógenos como restos de poda, cepas muertas, etc.

En este artículo de revisión, se pretende abarcar cada uno de los conceptos mencionados anteriormente apoyándonos en los últimos trabajos de investigación a nivel nacional e internacional sobre distintos aspectos relacionados con la práctica de la poda y la infección por hongos de la madera de la vid. Finalmente, se expondrán las líneas de investigación a desarrollar en un futuro sobre esta temática.

Biología de los hongos y epidemiología de las EMV

Para poder entender la influencia del momento y tipo de poda sobre la infección por hongos de la madera, es necesario conocer el ciclo de vida de las EMV. Estos ciclos son muy similares para las tres enfermedades prevalentes en España, la eutipiosis, el decaimiento por Botryosphaeria y la yesca, con ciertas diferencias asociadas principalmente con el tipo de estructuras de reproducción y esporas de los patógenos. Como ejemplo, el ciclo de la enfermedad decaimiento por Botryosphaeria se representa en la Figura 1.

Figura 1. Ciclo de la enfermedad decaimiento por Botryosphaeria.

Las esporas de los hongos de la madera son dispersadas principalmente por el aire durante el periodo vegetativo de la vid. Dependiendo de las especies fúngicas, se producen estructuras especializadas de reproducción, peritecios, basidiocarpos o picnidios incrustados en la corteza y/o en la superficie de madera muerta, que descargan ascosporas, basiodiosporas o conidios (Eskalen y Gubler, 2001). Las esporas germinan y el hongo penetraría pudiendo infectar así la planta a través de las heridas de poda.

Se ha descrito la dinámica temporal del inóculo aéreo de algunos de los patógenos asociados a las EMV (Eskalen y Gubler, 2001; Quaglia et al., 2009; Úrbez–Torres et al., 2010; Billones–Baaijens et al., 2017). Sin embargo, para muchos de ellos no se dispone de suficiente información sobre el efecto de las condiciones ambientales sobre la dinámica de dispersión del inóculo. En general, se considera que las esporas comienzan a ser descargadas de los cuerpos fructíferos bajo condiciones ambientales favorables, principalmente asociadas con lluvias y/o humedad relativa elevada junto con temperaturas por encima del punto de congelación, lo cual favorece su germinación (Van Niekerk et al., 2010). Un estudio reciente realizado en la Comunidad Valenciana y La Rioja demuestra que la dispersión estacional del inóculo aéreo de Phaeomoniella chlamydospora, principal agente causal de la yesca, depende del efecto combinado de la temperatura y la lluvia (González–Domínguez et al., 2020).

En cuanto a la dinámica espacial del inóculo, la dispersión de las esporas puede ocurrir principalmente mediante salpicaduras de agua, artrópodos y, a más larga distancia, mediante el viento (Mostert et al., 2006; Moyo et al., 2014).

Poda de invierno y poda en verde

La poda en verde se realiza durante el período de actividad de la planta, sobre órganos herbáceos. La poda en seco o poda de invierno se realiza durante el período de reposo de la vid sobre partes agostadas (sarmientos, brazos y tronco). Como hemos comentado anteriormente, la infección por hongos de la madera se produce principalmente a través de los cortes realizados en la poda invernal. Sin embargo, ¿pueden los hongos de la madera producir infecciones durante la poda en verde?

La susceptibilidad de las heridas de poda realizadas en primavera a la infección por hongos de la madera está influenciada por el tamaño y número de las heridas, la mayor capacidad de cicatrización de estas heridas en primavera y la disponibilidad de inóculo fúngico en el ambiente. Existen evidencias científicas que demuestran el potencial de infección por hongos de la madera durante la labor de poda sobre órganos herbáceos. En Francia, Lecomte y Bailey (2011) observaron un porcentaje de infección natural por Eutypa lata (eutipiosis) del 2,1% durante las labores de espergurado y eliminación de rebrotes del tronco en primavera comparado con el 13% de infección de heridas de poda en invierno. Makatini et al. (2014) evaluaron el potencial de infección de hongos de la madera en heridas causadas por la eliminación de rebrotes del tronco en cinco viñedos en Sudáfrica. Los resultados mostraron un porcentaje de infección natural del 62% de las heridas evaluadas por al menos un hongo de la madera. Además, estos investigadores observaron que las heridas producidas durante la poda en verde permanecían susceptibles a la infección durante 4 semanas, disminuyendo significativamente dicha susceptibilidad a partir de la primera semana tras la poda.

Eliminación de fuentes de inóculo

La manera más práctica y eficaz de interrumpir el ciclo de infecciones sucesivas por hongos asociados a las EMV sería eliminar las fuentes de inóculo en las que se encuentran las estructuras especializadas de reproducción: restos de poda (no dejar que se descompongan en el suelo del viñedo) y partes enfermas, cepas y brazos muertos (Figura 2). En un estudio realizado por Elena y Luque (2016a), se evaluó la longevidad del inóculo de Diplodia seriata (decaimiento por Botryopshaeria) en restos de poda situados en el margen de un viñedo de Pla del Penedès (Cataluña). Los resultados mostraron que, aunque el número de esporas localizadas en las estructuras de reproducción y el porcentaje de germinación de las mismas disminuyó significativamente 24 meses tras la poda, la viabilidad del hongo persistía en el material vegetal hasta 42 meses tras realizar la poda invernal.

Figura 2. Fuente de inóculo de hongos de la madera en el viñedo: restos de poda del año.

Existen varias estrategias para eliminar los restos de poda de los viñedos. En primer lugar, la recomendación tradicional sería retirar y quemar el material vegetal. Sin embargo, esta práctica puede generar un impacto negativo sobre el medio ambiente, el riesgo de incendios forestales o la destrucción de materia orgánica en los suelos de áreas áridas. La gestión de los restos de poda mediante su transformación en compost y su posterior aplicación al suelo como enmienda orgánica se presenta como una alternativa sostenible a la quema de material vegetal. En Francia, Lecomte et al. (2006) observaron que el compostaje a temperaturas de 40–50ºC durante 6 meses de sarmientos de vid junto con estiércol de oveja y hojarasca resultaba eficaz para eliminar el inóculo de varias especies fúngicas asociadas a las EMV. Otra práctica sería triturar el material vegetal y enterrarlo o aplicarlo como cubierta en la superficie del viñedo (mulching o acolchado). Hasta la fecha, no se ha demostrado la eficacia de la labor de triturado en la destrucción de las estructuras de reproducción de los hongos de la madera, por lo que esta práctica podría no ser recomendable desde el punto de vista fitopatológico.

Poda respetuosa para minimizar el impacto de las EMV

Para realizar una herida de poda lo menos agresiva posible hay que tener muy en cuenta los siguientes factores:

Herramienta empleada: Actualmente las tijeras manuales (de una mano o dos manos) están siendo sustituidas por las tijeras mecánicas (eléctricas o hidráulicas) sobre todo en grandes extensiones de viñedo, ya que disminuyen la fatiga de los podadores y mejoran su rendimiento. Sea cual sea la herramienta empleada, es importante que esté bien afilada, para realizar cortes limpios y lisos, ya que los desgarros de madera podada pueden ser punto de entrada de patógenos fúngicos (Hidalgo, 2003). Algunos autores, como Lecomte et al. (2018), cuestionaron la poda con tijeras eléctricas ya que consideraron que estas favorecen los cortes grandes produciendo grandes heridas, lo cual podría contribuir a la aparición de síntomas asociados a la yesca.

Se están desarrollando los denominados “robots de poda”, máquinas que podan viñedos en base a sensores, pero sin tener en cuenta ninguno de los criterios fundamentales de poda, por lo que su recomendación como sistema de poda de cara a minimizar la infección por hongos asociados a las EMV está en entredicho.

¿Pueden las tijeras de poda diseminar inóculo de hongos de la madera? En un estudio realizado por Agustí–Brisach et al. (2015) en condiciones controladas y realizando inoculaciones artificiales con varios hongos de la madera, se observó que las tijeras de poda tenían la capacidad de diseminar el inóculo fúngico en madera del portainjerto 110 Richter, con porcentajes de reaislamiento fúngico de hasta un 28,6% en las plantas artificialmente infectadas. En un futuro sería necesario realizar la evaluación del potencial de diseminación de hongos de la madera mediante tijera de poda en condiciones reales en viñedos. La desinfección de las herramientas de poda después de cada corte, aunque en la práctica supone un alto coste por el tiempo necesario para su ejecución sobre todo en grandes extensiones de viñedo, constituye una práctica cultural que conjuntamente con otras estrategias (protección de las heridas, destrucción de madera enferma, etc.) sería efectiva en el control de la transmisión de hongos asociados a las EMV.

El tipo de madera donde se realizan los cortes puede tener una influencia sobre la infección potencial por hongos de la madera. Se puede diferenciar entre poda de sarmientos del año, que es la poda propiamente dicha, y la poda de formación o poda en madera de más de un año, la cual persigue establecer y mantener el sistema de conducción definitivo que va a tener la cepa. Un estudio reciente realizado en Galicia (Martínez–Diz et al., 2021a) indica que el sarmiento del año alberga una abundancia de hongos de la madera significativamente menor que la madera de más de un año. Este resultado indicaría que la capacidad de diseminación de hongos de la madera a través de las tijeras de poda al realizar cortes en el sarmiento del año sería baja en comparación con la de los cortes realizados en madera de más de un año.

Forma de realizar el corte: la forma de realizar el corte de los sarmientos durante la poda es fundamental.

El principio básico es realizar el corte lo más lejano posible de la última yema que se respete, es decir, dejar la suficiente madera de protección (Figura 3). Así pues, si la longitud de los entrenudos no es muy grande, el corte se realizará por el nudo superior a la última yema respetada. Si por el contrario el entrenudo es muy largo, el corte puede realizarse en dicho entrenudo, procurando alejarlo como mínimo unos tres centímetros de la yema respetada. Todas estas pautas se enfocan a la formación adecuada del cono de desecación el cual se produce de forma natural en la planta al hacerle una herida, generándose un secado de la madera en forma de cuña hacia el interior. Este nunca debe llegar hasta las conducciones vasculares de la yema, ya que esto afectaría al flujo de savia y condicionaría la productividad de dicha yema (Royo et al., 2017; Hidalgo, 2003). Algunos autores como Lecomte et al. (2018) afirmaron que la formación de muchos conos de desecación en una misma zona de poda, consecuencia de la realización de cortes muy próximos unos de otros, favorece la formación de madera “no funcional” en troncos o brazos y a largo plazo puede afectar seriamente al flujo de savia. Esto facilitaría la colonización de hongos patógenos oportunistas o de otros microorganismos.

Figura 3. Realización correcta de poda de pulgar con madera de protección en los sarmientos del año. En los cortes de la madera que quedó del pulgar del año anterior, es también esencial mantener el criterio de dejar madera de protección.

Otro factor a tener en cuenta a la hora de realizar el corte es, que este debe hacerse biselado, y que dicha inclinación vaya en sentido contrario a la posición de la última yema respetada, para evitar que tanto el agua de lluvia como el lloro primaveral se acumulen en dicha yema lo que podría agravar el peligro de la helada (Hidalgo, 2003).

Tamaño y número de cortes de poda: En un estudio reciente llevado a cabo en Australia por Henderson et al. (2021), evaluaron la influencia de dos tipos de poda, poda larga o en varas y poda corta o en pulgares, en la incidencia y severidad de eutipiosis. Los resultados mostraron que el área producida por las heridas de poda tenía una influencia mayor que el tamaño de los cortes. En poda corta, se producían heridas individuales más pequeñas, pero en mayor cantidad, lo cual resultó en un área mayor de exposición a la infección por hongos de la madera por cepa y por fila. En poda larga, el área total expuesta por los cortes de poda fue un 21–33% menor que en poda corta, lo que resultó en una disminución del 50 y 38% de la incidencia y severidad de síntomas foliares de eutipiosis, respectivamente.

Influencia del tipo de poda y los sistemas de conducción en la incidencia de las EMV

El sistema de poda de formación de la cepa juega un rol importante en la presencia de síntomas asociados a las EMV. Como ya se ha dicho anteriormente, es preferible optar por una poda menos agresiva, que genere las menores heridas posibles y de pequeño tamaño, y así disminuir el impacto sobre el flujo de la savia.

En Francia, Lecomte et al. (2018) demostraron que cuanto más largos eran los brazos de la cepa, más lento era el desarrollo de enfermedades de la madera, en concreto de la yesca. En este estudio, se evaluaron diferentes sistemas de conducción, llegando a las siguientes conclusiones:

– Guyot simple: lo consideraron como el menos recomendable en cuanto a la incidencia de las EMV se refiere, ya que se basa en la selección de un pulgar en un lado de la planta y una vara en el otro lado, lo cual resulta ser un sistema con brazos muy cortos, incluso a veces sin brazos, cuando la distancia entre plantas es muy pequeña. Las heridas de poda están muy cercanas al tronco de la vid y esto favorece el rápido desarrollo de necrosis interna en la parte alta de dicho tronco, interrumpiendo el flujo de savia y siendo muy perjudicial para la supervivencia de la planta.

– Cordón doble en espaldera: este sistema de conducción resultó menos afectado por eutipiosis y yesca que el sistema Guyot.

– Lira: a diferencia del sistema Guyot, es considerado un sistema de conducción muy longevo, ya que presenta varios pulgares y zonas de poda. Aunque en el estudio de Lecomte et al. (2018) se observaron muchos síntomas foliares asociados a las EMV, la incidencia de brazos muertos fue muy baja en el sistema en Lira.

Lecomte et al. (2008) también evaluaron la incidencia de la yesca en sistemas de poda mínima observando muy pocos síntomas foliares de yesca, debido a que el impacto de la poda es mínimo en este sistema y por lo tanto también la infección por hongos de la madera y el desarrollo de la enfermedad. Resultados similares se obtuvieron en Francia por Travadon et al. (2016) al comparar poda mínima y poda corta, observando una mayor afección interna de la madera causada por hongos asociados a las EMV en vides con poda corta.

Existen unos sistemas de poda que están en actualmente en boga, que son los sistemas de poda respetuosos con el flujo de savia, los cuáles según hipótesis, ya que todavía están en proceso de evaluación científica, reducen la probabilidad de nuevas infecciones gracias al pequeño tamaño y al bajo número de las heridas de poda (Dal et al., 2008; Lecomte et al., 2008). Existen varios sistemas que se rigen por estos principios (cordón de poda corta “modificado” y otros), aunque el más conocido es el sistema Guyot–Poussard. Este surgió con el propósito de mejorar la poda Guyot, ya que esta presentaba una incidencia de EMV de 10–20% en el sistema Guyot simple y del 15–20% en Guyot doble según las observaciones realizadas por el viticultor Eugène Poussard en Francia y recogidas en el libro escrito por René Lafon en 1921 (Lafon, 1921). El sistema Guyot–Poussard (Figura 4) mantiene el principio de ubicar las heridas de poda siempre en la parte superior, por lo que de un año para otro se mantiene el mismo flujo de savia.

Figura 4. Sistema Guyot–Poussard, poda respetuosa con el flujo de savia (Triángulos negros–heridas de poda, línea roja–flujo de savia). Fuente: http://simonitesirch.com

Elección del momento adecuado de la poda: ¿poda temprana o poda tardía?

Para responder a esta pregunta, necesitamos conocer la dinámica temporal del inóculo aéreo de los hongos de la madera y su capacidad de infección. La dispersión de esporas y, por tanto, el riesgo de infección, puede variar durante el periodo vegetativo de la vid dependiendo del patógeno y de las condiciones ambientales. Sin embargo, este periodo normalmente coincide con los periodos de poda invernal. La susceptibilidad de las heridas de poda a los hongos de la madera depende principalmente del mes en el que se realiza la poda, y del tiempo transcurrido entre la poda y los posibles eventos de infección. Estudios realizados mediante inoculación artificial de esporas de hongos de la madera indican que la susceptibilidad de las heridas de poda es alta cuando las infecciones se producen en el momento de la poda y disminuyen a medida que la herida envejece (Chapuis et al., 1998; Serra et al., 2008; Úrbez–Torres y Gubler, 2011; Van Niekerk et al., 2011; Elena y Luque, 2016b). Este período de infección se extiende entre 4 y 7 semanas para la mayoría de los hongos asociados a las EMV en condiciones favorables, incluso existe un estudio en California en el que se concluye que las heridas de poda pueden permanecer susceptibles hasta 4 meses después de la poda (Eskalen et al., 2007).

En Cataluña, Elena y Luque (2016b) evaluaron el periodo durante el cual las heridas de poda permanecen susceptibles a la infección de los hongos D. seriata y P. chlamydospora en un viñedo de la zona del Penedès. El porcentaje de reaislamiento de ambos patógenos disminuyó drásticamente después de 4–8 semanas de una poda temprana a principios de noviembre, mientras que la susceptibilidad en poda tardía (febrero) tan solo cayó por debajo del 25–35 % una vez pasadas las 8 semanas. Los resultados obtenidos indicaron que las heridas de poda permanecen menos tiempo susceptibles a la infección por estos patógenos cuando se realiza una poda temprana, sugiriendo con ello que adelantar la poda a otoño permitiría reducir el riesgo de infección patógena en comparación con una poda tardía.

Resultados similares se obtuvieron mediante la evaluación de las infecciones naturales por hongos de la madera en Cataluña (Luque et al., 2014), Galicia (Martínez–Diz et al., 2021a), La Rioja y Navarra (Andrés–Sodupe, 2019). En estos estudios, se determinaron los porcentajes de infección patógena que se dan de forma natural en el período posterior a las tareas de poda. Para ello, se tomaron muestras de sarmientos podados en dos épocas distintas: en febrero, tres meses después de una prepoda realizada en noviembre, y en mayo, después de un período de igual duración posterior a la poda de febrero. En general, se observó un componente estacional en la mayoría de hongos asociados a las EMV, con aislamientos más frecuentes en primavera (después de la poda en febrero) que en invierno (después de la prepoda en noviembre).

Estos resultados deben complementarse con futuros estudios sobre la dispersión temporal de los patógenos fúngicos de la madera con el objetivo de recomendar el periodo óptimo de poda en cada región y así minimizar el impacto de las EMV. Hay que tener en cuenta que la intensificación del cultivo y la falta de mano de obra cualificada en numerosas ocasiones determinan que los periodos de poda se inicien poco después de la caída la hoja, en el mes de noviembre, y se prolonguen incluso hasta la brotación de las yemas.

Además, la dinámica de dispersión del inóculo aéreo de los patógenos asociados a las EMV y, por tanto, el riesgo de infección puede variar mucho entre años y localizaciones en función de las variables ambientales. Recientemente se ha desarrollado un modelo epidemiológico capaz de predecir la dispersión de P. chlamydospora en función de las condiciones ambientales que, actualmente, se encuentra en fase de validación (González–Domínguez et al., 2020). Los modelos predictivos aplicados sobre los diferentes patógenos asociados a las EMV resultarán muy útiles para identificar los periodos de riesgo de infección. Durante los periodos de riesgo se podría, por ejemplo, evitar la poda o proporcionar una adecuada protección a las heridas. Estos modelos debidamente validados podrán incorporarse a los sistemas de apoyo a la toma de decisiones relacionadas con una gestión eficiente de las EMV (Rossi et al., 2010).

Protección de las heridas de poda contra la infección por hongos de la madera

Beneficios a largo plazo: en un estudio reciente llevado a cabo en un viñedo joven de 2 años de edad en California (Gispert et al., 2020), se ha estimado por primera vez el efecto a largo plazo durante 6 años, de la aplicación de un tratamiento fungicida para proteger las heridas de poda sobre la incidencia de las EMV y el rendimiento del cultivo. Los autores llegaron a la conclusión de que implementar este tipo de medidas de protección de heridas de forma temprana en el viñedo aporta un beneficio añadido por evitar un coste de replantación cercano a los USD 2.150 por hectárea.

Es importante destacar el enfoque que se ha planteado en este trabajo, ya que la mayoría de viticultores toman este tipo de medidas preventivas cuando empiezan a observar síntomas de EMV en el viñedo, es decir, alrededor de 10 años tras la plantación. Las EMV presentan síntomas externos visibles cuando la infección, y la posterior colonización de la madera por parte de los hongos patógenos, ya ha ocurrido desde hace mucho tiempo, años incluso. Por tanto, cuando se aprecian los primeros síntomas, el patógeno o patógenos llevan mucho tiempo establecidos en la planta, colonizando la madera de brazos y tronco.

Coste de la aplicación de tratamientos: estudios realizados en distintos países indican que las pastas, con o sin fungicidas, son los productos más eficaces para proteger las heridas de poda ya que representan una barrera física duradera a la penetración de los patógenos (Gramaje et al., 2018) (Figura 5). Estos productos no son de aplicación sencilla ya que requieren mucho gasto en personal y tiempo. La aplicación de productos de base líquida por pulverización sería lo aconsejable. Pero esta presenta el problema de que muchos productos reducen su efectividad y persistencia a las pocas semanas del tratamiento, no pudiendo cubrir el largo período de susceptibilidad de las heridas. Recientemente, Sosnowski y McCarthy (2017) evaluaron el coste de la aplicación de diferentes tratamientos para proteger las heridas de poda sobre distintos sistemas de conducción en viñedos de Nueva Zelanda, y estimaron que el coste de la aplicación de pastas en un sistema Guyot (USD 166/ha) o en cordón doble (USD 333/ha) duplicaba o cuadriplicaba el coste de la aplicación de tratamientos mediante pulverización con tractor (USD 87/ha).

Productos autorizados en España y primeros resultados en viñedo: en España, existen cuatro productos autorizados para proteger las heridas de poda en el registro de productos fitosanitarios del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA, 2020), tres basados en agentes de control biológico (ACB) y uno basado en materias activas fungicidas: Esquive® (Trichoderma atroviride cepa I–1237), Vintec® (T. atroviride cepa SC1), Blindar® (T. asperellum cepa ICC012 y T. gamsii cepa ICC080) y Tessior® (polímero líquido, piraclostrobin 0,5% y boscalida 1%).

La mayoría de los estudios de protección de heridas de poda realizados hasta el momento se han desarrollado en condiciones controladas, aunque ya se empiezan a obtener resultados de algunos ensayos en viñedo, los cuales nos permitirán conocer de una forma más real la eficacia de estos productos. En dos viñedos adultos de la D.O. Valdeorras (Galicia), se evaluó la eficacia de varios productos biológicos (Esquive® y Vintec®), químicos (Enovit Metil®) o combinación de materias activas fungicidas con una barrera física (Master®+Song® y Tessior®), para la protección de heridas de poda contra infecciones artificiales causadas por P. chlamydospora y D. seriata (Martínez–Diz et al., 2021b). En las condiciones de cultivo de este estudio la aplicación de Tessior® y Master®+Song® proporcionaron un porcentaje medio de control de la enfermedad causada por P. chlamydospora (51% y 67%, respectivamente) y por D. seriata (82% y 60%, respectivamente) significativamente mayor que los otros tratamientos.

Resultados similares se han obtenido en un estudio reciente llevado a cabo en un viñedo joven en California por Brown et al. (2021), donde la combinación piraclostrobin y boscalida (Pristine® en EE. UU.; Bellis® en España) o metil tiofanato y miclobutanil (Topsin® + Rally®) con un polimero líquido basado en una resina (Latron B–1956®) resultaron ser los productos más eficaces para proteger las heridas de poda contra la infección por hongos de la madera.

Las restricciones existentes en la utilización de productos químicos para el control de las enfermedades del viñedo han determinado que se investigue con microrganismos que actúen como antagonistas de los patógenos asociados a las mismas, y aunque se han obtenido resultados prometedores, estos no han sido del todo consistentes, observándose diferencias en función del patógeno objetivo, el método de aplicación e incluso del tiempo de exposición o del cultivar de vid (Gramaje et al., 2018).

En el estudio realizado por Martínez–Diz et al. (2021b), los dos productos evaluados de control biológico en base a dos cepas diferentes de T. atroviride, mostraron un bajo control de la enfermedad. Sin embargo, resultados preliminares realizados en vivero (Mounier et al., 2014) y como protector de heridas de poda en viñedo (Reis et al., 2017), mostraron que Esquive® fue efectivo para controlar hongos asociados a las EMV. En cuanto a Vintec®, su efectividad ha sido demostrada en viveros de Italia (Pertot et al., 2016) y España (Berbegal et al., 2020). Si bien es de mencionar que en estos estudios no se han realizado evaluaciones comparativas entre varios productos.

Diferentes hipótesis podrían explicar esta baja eficacia de las formulaciones de ACB observada en el estudio de Martínez–Diz et al. (2021b): i) temperaturas <10ºC en el momento de la poda en febrero podrían haber influenciado la implantación y desarrollo del ACB en el corte de poda; podas más tempranas antes de los periodos invernales más fríos podrían conllevar una mejor implantación y desarrollo del ACB; ii) evaluaciones realizadas en Sudáfrica sugieren que la colonización y establecimiento de T. atroviride en las heridas de poda están directamente influenciados por el genotipo de vid (Mutawila et al., 2011); y iii) el corto intervalo de tiempo utilizado en el ensayo entre la poda y la inoculación artificial con hongos de la madera (24 h) y establecido en el método oficial de evaluación de productos fitosanitarios para la protección de heridas de poda contra E. lata (EPPO, 2017), podría ser insuficiente para que hongos del género Trichoderma colonicen y se establezcan completamente en la herida de poda.

Conclusiones y perspectivas de futuro

La poda es una de las operaciones más importantes del cultivo de la vid. El tipo y momento de poda, eliminar las partes enfermas y los restos de poda, así como la forma, el tamaño y la protección de los cortes son fundamentales para minimizar la incidencia de las enfermedades fúngicas de la madera. Cortes en bisel y alejados del punto de inserción de las yemas dejando madera de protección son nociones básicas a tener en cuenta para proteger las yemas frente al efecto de la propia cicatrización del punto de corte (conos de desecación), así como la reducción del tamaño y número de cortes y la preservación de la continuidad del flujo de savia en su ejecución.

En un viñedo adulto, los hongos de la madera penetran en la planta a través de las heridas de poda. El estudio de la dinámica temporal del inóculo aéreo de estos patógenos, así como el efecto de las condiciones ambientales sobre su dispersión, son esenciales para desarrollar modelos predictivos que nos ayuden a identificar los periodos de riesgo de infección, y de esta forma establecer recomendaciones al viticultor sobre el momento de poda y protección de las heridas. Estos estudios servirán para complementar y confirmar los resultados obtenidos en los trabajos realizados hasta la fecha en el norte de España con infecciones naturales por hongos de la madera, los cuales sugieren una poda temprana para minimizar el riesgo de infección.

La sostenibilidad ambiental de la producción vitícola es una exigencia del consumidor y la legislación cada vez restringe más el uso de fungicidas que se han utilizado tradicionalmente, lo que está aumentando el interés por la búsqueda de ACB eficaces contra hongos fitopatógenos. Las condiciones bióticas y abióticas son determinantes en la viabilidad de los ACB y en su acción antagonista frente a hongos causantes de las EMV. Estudios posteriores, con otras variedades de vid, en periodos de poda con temperaturas más favorables para su crecimiento y establecimiento, y bajo condiciones de infecciones naturales por hongos de la madera, además del desarrollo de nuevos formulados serán necesarios para poder avalar su acción de protección de las heridas de poda para el control de EMV.

Todas las medidas de carácter preventivo expuestas anteriormente deben de ser aplicadas desde la plantación del viñedo. Todo ello debe de ir acompañado de la mejora de la calidad sanitaria de las vides en el vivero y la reducción de las condiciones de estrés en los primeros años que puedan favorecer la debilidad de las plantas frente a la infección por patógenos asociados a las EMV.

Bibliografía

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