Cambio climático

La Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) ha reclamado una reforma estructural del sistema de seguros agrarios ante los efectos del cambio climático en la actividad agraria. Así se lo ha trasladado a los máximos responsables de ENESA, Agroseguro y Consorcio de Compensación, durante la reunión mantenida en su sede en Madrid.

«Es necesario un pacto de Estado para que, aparte del Ministerio de Agricultura, haya una implicación de los ministerios de Transición Ecológica y Economía y Hacienda en el rediseño de las políticas de gestión del riesgo en el campo», ha trasladado el responsable de Seguros Agrarios de COAG, Pedro García, al tiempo que ha advertido que «hasta ahora, el agricultor y el ganadero había tenido una percepción del coste/retorno aceptable, en relación con al coste del seguro y el beneficio que obtenido. Sin embargo, en los últimos años y ante el cambio climático, los daños son mayores, las garantías menores y el precio más elevado».

En este sentido, desde COAG se ha presentado una propuesta para lograr la universalización del seguro agrario en base a:

– Vinculación de aseguramiento de la cobertura básica general para todos aquellos agricultores y ganaderos que perciban cualquier tipo de ayuda o subvención pública.

– Sacar las indemnizaciones extraordinarias derivadas del cambio climático del seguro, para que no repercuta en el precio de éste. Asunción de estos riesgos por el Consorcio de compensación.

– Seguro base con un precio atractivo, que cubra daños muy importantes, y que no puedan ser controlados por el agricultor, garantizando la viabilidad de las explotaciones.

– Universalización del seguro agrario, basándose en los principios de solidaridad y proporcionalidad de su coste frente a los riesgos reales de cada cultivo y explotación.

– Hacer una herramienta potente de política agraria, favoreciendo el arraigo al campo de los jóvenes agricultores.

– Ante un mayor riesgo por el cambio climático, una mayor dispersión del mismo al aumentar la contratación.

– Fortalecer una figura de entidad de asesoramiento del seguro agrario que ayude a la contratación del seguro y a las peritaciones más problemáticas.

– Con todo ello, se llegaría a un sistema más optimizado para cada tipo de seguro, más eficiente y económico, una mayor contratación en mejor consonancia con las subvenciones, mejor asesoramiento, y mayor reconocimiento del papel que juegan los agricultores y ganaderos.

«No solo hablamos de crear una red de seguridad eficaz para asegurar la viabilidad de las explotaciones agrarias. Hablamos de garantizar la seguridad y la soberanía alimentaria de los ciudadanos y el desarrollo económico, social y medioambiental de nuestro medio rural», ha concluido Jaume Bernis, responsable de Gestión de Riesgos Climáticos de COAG.

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La Consejería de Agricultura, Pesca, Agua y Desarrollo Rural de la Junta de Andalucía, a través de la Agencia de Gestión Agraria y Pesquera (Agapa) lanzará en los próximos meses su primer nanosatélite al espacio. La consejera Carmen Crespo ha indicado que será además un paso importante «en nuestra apuesta por la vanguardia tecnológica, ya que su misión será principalmente la de cuantificar el impacto del cambio climático en el sector agrario y pesquero y contribuir a mejorar la gestión de la biodiversidad».

El primer nanosatélite andaluz, que se llamará ‘Platero’, en reconocimiento al personaje del poema de Juan Ramón Jiménez y que ha sido elegido entre una terna de candidatos por parte de escolares andaluces, está formado por 6 cubos de 10 cm x 10 cm x 10 cm y «cuenta con una cámara de alta precisión que va a dar resolución en tierra de casi cinco metros». El dispositivo orbitará a 560 kilómetros de altitud y realizará una vuelta completa sobre Andalucía cada dos días. Según ha explicado Crespo, «será además uno de los nanosatélites más innovadores de los diseñados hasta el momento y recopilará imágenes con una cámara multiespectral de última generación». ‘Platero’ captará datos que serán volcados en tiempo real en una misma plataforma junto a los obtenidos por los sensores terrestres y flotantes a través de tecnología de observación e-IoT (Internet de las cosas) para hacerlos más procesables.

Finalmente, la consejera de Agricultura ha querido reconocer la importancia que va a tener para Andalucía el proyecto SmartFood en el que se enmarca el nanosatélite ‘Platero’, recordando que «es una iniciativa europea liderada por Agapa para impulsar el desarrollo sostenible de los sectores agrario, pesquero y silvícola en Andalucía a través de la tecnología y la innovación». El proyecto, que cuenta con el consorcio internacional de investigación LifeWatch ERIC como socio principal, está financiado con fondos Feder y cuenta con la colaboración de las universidades de Córdoba y Málaga y el Campus de Excelencia Internacional Agroalimentario (ceiA3).

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El Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Medioambiental (IMIDA), dependiente de la Consejería de Agua, Agricultura, Ganadería y Pesca, ha registrado 6 nuevas variedades de uva de vinificación procedentes de la ‘Monastrell’, cinco tintas y una blanca, más resistentes al cambio climático y de gran calidad, pues cuadriplican la cantidad de fenoles.

Para el consejero en funciones de Agua, Agricultura, Ganadería y Pesca de la Región de Murcia, Antonio Luengo, «este proceso desarrollado por los investigadores del IMIDA, que ha durado 23 años, supone un hito, pues es el primer centro de investigación de España que lo logra». Asimismo, ha asegurado que «estas nuevas variedades son una herramienta más para que los viticultores, puedan hacer frente a las consecuencias del cambio climático, con unos tipos de uva que se adaptan mejor a las altas temperaturas de nuestra zona».

Las variedades tintas registradas se caracterizan «por tener una mayor calidad fenólica, lo que implica una mayor calidad de los vinos y les confiere unas cualidades sensoriales diferentes con un intenso sabor y cuerpo, muy equilibrado. Una de ellas permite, además, la elaboración de vino con menor graduación alcohólica». Por su parte, la nueva variedad blanca «se caracteriza por su calidad aromática, acidez y frescura».

El equipo de Enología y Viticultura, liderado por Rocío Gil Muñoz, trabaja con el sector, puesto que se ha colaborado con bodegas de las tres denominaciones de origen, que ya las tienen plantadas a nivel experimental. También se están llevando a cabo, en colaboración con el equipo de Mejora Genética, dirigido por Leonor Ruiz García, la selección de nuevas variedades persiguiendo otros objetivos como son «el que sean resistentes a estreses bióticos como son oídio y mildiu o abióticos como son la sequía, o la obtención de nuevas variedades sin semilla que darán lugar a vinos de menor graduación alcohólica».

En definitiva, estas nuevas variedades están adaptadas al climático, al mismo tiempo que permitirán llevar a cabo una viticultura más sostenible y adaptada a los gustos actuales de los consumidores. Las parcelas experimentales donde se obtienen y analizan las nuevas variedades están ubicadas en la finca experimental Hacienda Nueva, en el municipio de Cehegín.

 

Bodega experimental

El IMIDA dispone de una bodega experimental, ubicada en Jumilla, creada en 1987 para elaborar vinos a partir de las nuevas variedades de uvas. Sus instalaciones cuentan con toda la infraestructura necesaria para la elaboración del vino: equipo de frío, depósitos de acero inoxidable de diferente capacidad, sótano para crianza, cámaras isotermas, prensas neumáticas, despalilladora y estrujadora con bomba de vendimia. Aquí se llevan a cabo diversos proyectos de investigación y se elaboran los vinos.

Además, el Instituto cuenta con un servicio para realizar controles sanitarios de la vid, lo que contribuye a garantizar la producción y calidad del vino. Este servicio, el único de España autorizado por el Ministerio de Agricultura, ha evaluado hasta la fecha unas 5.400 plantas procedentes de viñedos de todo el país.

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Un total de 15 empresas y centros de investigación españoles participan en el proyecto de investigación y desarrollo SmartCrops 5.1, centrado en la digitalización y sostenibilidad del sector agrario para incrementar su competitividad y adaptación al cambio climático.

El aumento de temperaturas y la agricultura intensiva están acelerando la desertificación del sector agrario español: casi el 50% del territorio se encuentra en riesgo de desertificación y la previsión para el año 2050 es que este porcentaje llegue al 67%. Además, nuestro país tiene el mayor índice de estrés hídrico de Europa (33%) por la escasez de precipitaciones, siendo el sector agrario el más afectado al ser el que más agua consume (cerca del 70% del total).

Ante esta situación y la necesidad de impulsar la transformación digital y el desarrollo sostenible de las empresas agrarias, SmartCrops 5.1 se basa en la aplicación de gemelos digitales (réplicas virtuales de productos o procesos que tienen lugar en la realidad) «para optimizar la gestión hídrica y nutricional de cultivos en las condiciones actuales de cambio climático y en el seguimiento y estimación de indicadores de sostenibilidad de los sistemas productivos para conseguir una agricultura sostenible, eficiente, inteligente y regenerativa». Estos gemelos digitales «permiten reproducir en un ordenador lo que sucede en el campo, simulando el comportamiento de la planta y su interacción con el entorno, para comprobar la eficacia de los procesos antes de llevarse a cabo en el cultivo». Por ello es relevante medir los resultados alcanzados en riego, nutrición y fertirriego y aplicación de fitosanitarios.

 

Actividades técnicas

Los retos específicos que aborda el proyecto para adaptar los cultivos al cambio climático incluyen la eficiencia en el consumo de recursos y su optimización gracias a la digitalización; la reducción de la huella hídrica mediante un riego inteligente; la disminución del uso de fitosanitarios que conllevará una reducción de la contaminación; el uso de Big Data / Al / Cloud / Edge Computing y medidas de eficiencia energética en el manejo del cultivo; y la implementación de prácticas regenerativas para obtener suelos más sanos y equilibrados para retener mejor el agua, evitar la erosión, aumentar la biodiversidad y reducir los pesticidas.

Para lograr estos objetivos, desde el punto de vista técnico, este proyecto de I+D colaborativo se articula en dos actividades técnicas. La primera plantea la generación de conocimiento para el uso sostenible, inteligente y eficiente del material vegetal y de los recursos hídricos e insumos disponibles para mejorar la capacidad tecnológica del sector agrícola nacional ante el previsible impacto del cambio climático. La segunda actividad propone la validación experimental de las soluciones científico–tecnológicas planteadas en la actividad anterior con cinco casos de uso en los sectores vitícola, oleícola, hortícola y frutal.

 

4 años de duración

El proyecto de cooperación agrotecnológico, cuyo nombre es ‘Nuevas herramientas digitales, tecnológicas y agro–ecológicas para la producción sostenible y resiliente de cultivos leñosos y hortícolas en climas semiáridos en condiciones de cambio climático’, tiene una duración de 4 años y está liderado por Familia Torres. Cuenta con un presupuesto en torno a los 6 millones de euros, cofinanciados por la Unión Europea y por el Centro para el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (CDTI Innovación), con fondos FEDER, a través del Programa Operativo plurirregional de Crecimiento Inteligente 2021–2027, en el marco del Programa Estratégico de Consorcios de Investigación Empresarial Nacional (CIEN).

Los integrantes del consorcio proceden de 5 comunidades autónomas (Andalucía, Castilla y León, Cataluña, Comunidad Valenciana y Navarra). Entre los 8 socios empresariales, 3 son empresas agrotecnológicas cuya actividad se centra en el diseño de soluciones digitales de software para gestión agro, plataforma de datos e integración (Hispatec Erpagro), soluciones tecnológicas en la protección de cultivos (Pulverizadores Fede) y soluciones tecnológicas para el aumento de la competitividad del sector agro y el ahorro y optimización del agua (Prima–Ram). Los 5 restantes son empresas agrícolas de diferentes sectores: vitivinícola (Familia Torres y Bodega Matarromera), olivar (Cortijo Guadiana–Grupo Castillo de Canena y Bodega Matarromera), frutos secos, en concreto almendro (Bodega Matarromera), cultivos subtropicales (Trops) y hortalizas de hoja ancha (Florette Ibérica).

Junto a estas empresas, participan 7 centros nacionales de investigación: Centro de Investigaciones sobre Desertificación (CIDE–CSIC), Universidad de Almería, Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentaria (IRTA), Fundación FIDESOL, Fundación Instituto Internacional de Investigación en Inteligencia Artificial y Ciencias de la Computación (Air Institute), Universidad de Burgos y la Estación Experimental e Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea La Mayora (ISHM La Mayora–CSIC).

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El Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino (ICVV) organiza una red de investigación sobre ‘Recursos genéticos para la adaptación de la viticultura a la crisis climática’, junto con entidades de 14 comunidades autónomas. En este sentido, la red Vitis Climadapt «nace con el objetivo de promover la adaptación del material genético de la vid a la crisis climática, ante el reto que esta crisis supone para la viticultura española».

Esta red temática se propone «potenciar la interacción y comunicación entre los grupos de investigación que desarrollan su actividad en esta área con diferentes experiencias en producción, fisiología, patología, genética o genómica, y con distintas estrategias en selección clonal, recuperación de variedades o mejora genética de nuevas variedades y portainjertos». De esta forma, «se pretende contribuir al desarrollo de material genético más adaptado a las nuevas condiciones ambientales y que responda a las necesidades del sector productivo».

En concreto, esta red de investigación tiene varios propósitos. Uno, es diagnosticar el estado de la investigación e innovación en recursos genéticos de la vid para la adaptación al cambio climático, promoviendo las acciones necesarias para apoyar y potenciar el desarrollo de esos recursos y favorecer su aprovechamiento y utilización por el sector productivo. Otro, es facilitar la comunicación y colaboración activa entre los integrantes de la red y entre estos y el sector productivo, tanto a nivel nacional (gracias a la colaboración de la Plataforma Tecnológica del Vino) como internacional, con el fin de conocer las estrategias en desarrollo, las necesidades del sector y los resultados de la investigación que puedan ser de aplicación en cada caso.

Vitis Climadapt también nace con el fin de obtener el máximo aprovechamiento del avance del conocimiento (por ejemplo, genes de resistencia a sequía, diversidad genética, secuenciación de genomas, mutaciones de interés…) en la innovación varietal, clonal y de portainjertos y explorar las posibilidades de protección y explotación de la propiedad industrial derivada, así como las limitaciones regulatorias para la innovación en el sector del vino.

Asimismo, se busca «consensuar protocolos, procedimientos y herramientas comunes (parcelas o colecciones) para la evaluación del comportamiento productivo, la calidad de la uva y el potencial enológico del material vegetal, que faciliten el análisis comparativo de clones, variedades y portainjertos en centros públicos y privados de investigación y que mejoren la toma de decisiones en el manejo de estos recursos».

En la red Vitis Climadapt participan investigadores del Centro de Conservación de la Biodiversidad Agrícola de Tenerife (Gobierno de Canarias); el Centro de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de Extremadura (CICYTEX); el Centro de Investigaciones sobre Desertificación (CIDE-CSIC) de Valencia; el Centro de Transferencia Agroalimentaria del Gobierno de Aragón; la Estación de Viticultura y Enología de Galicia  (EVEGA); el Instituto Catalán de la Viña y del Vino; el Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural Agrario y Alimentario (IMIDRA); el Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Medioambiental (IMIDA); el Instituto Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario y Forestal de Castilla-La Mancha (IRIAF); el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León; el Rancho de la Merced del Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria, Pesquera, Alimentaria y de la Producción Ecológica (IFAPA); la Sociedad Pública NEIKER-Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Agrario, S.A.; la Universidad de las Islas Baleares; la Universidad Pública de Navarra; además del ICVV (Gobierno de La Rioja, CSIC, Universidad de La Rioja).

El proyecto se ha iniciado el 1 de junio de 2023, durará dos años y ha sido financiado por la Agencia Estatal de Investigación en su Programa de Redes de Investigación 2022.

www.icvv.es

 

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En un año como el actual, donde la sequía está impactando más que nunca en el sector agroalimentario y ante un contexto regulatorio en Europa decisivo para el futuro de la agricultura en España, expertos en distintas áreas del agro y del clima han debatido sobre los principales retos a los que se enfrenta el campo con una mirada a 2030 en una jornada realizada en el Campus Tecnológico de Corteva en La Rinconada (Sevilla).

Ricardo Sierra, presidente de ASAJA Andalucía, comenzó la jornada enumerando lo que para él son las grandes preocupaciones en la actualidad, «el tema del agua es vital, tenemos que encontrar solución a corto y largo plazo; que las normas estén fundadas en criterios científicos, así como encontrar solución a la distancia del campo con las nuevas generaciones». Además, puso en valor «la resiliencia de los agricultores y del sector para adaptarse a todo ello».

El gran reto de la sequía

Mario Picazo, meteorólogo de eltiempo.es y miembro de la Comisión Interministerial para el Cambio Climático y la Transición Energética del MITECO, expuso el gran desafío climático al que se enfrenta el campo español. En este sentido, indicó que «llevamos dos años con el problema extremo del agua. Además, estamos energizando el planeta porque estamos consumiendo combustibles fósiles de manera frenética y esto está haciendo que muchas cosas hayan cambiado, como la circulación de la atmósfera, con unas corrientes en chorro que hacen que los periodos de intensas temperaturas y sequías sean frecuentes y prolongados. Todo ello son ingredientes desfavorables para un sector muy vulnerable como la agricultura». Asimismo, Picazo sostuvo que «el clima tiene una extremidad que no tenía antes y esto también es algo a entender y valorar. Nosotros somos los que tenemos que adaptarnos a él y será fundamental buscar soluciones que sean palpables, como la conservación del suelo y la digitalización».

Asumiendo la situación geográfica de España y la aparición de nuevas amenazas de plagas y enfermedades como consecuencia del cambio climático, desde ASAJA se puso encima de la mesa la necesidad de la toma de decisiones basada en la ciencia por parte de los organismos reguladores: «hemos sido beligerantes en contra de la polémica del uso de fitosanitarios. Además, no son lo mismo los problemas de la zona norte respecto a la zona sur hay más insectos. Hemos logrado impulsar la Ley de Restauración de la Naturaleza. Después de tantos años, creo que se ve un poco la luz y hay que ver si llevamos buen camino o no en este ámbito».

Nuevas técnicas de edición genética y el suelo como ‘el gran olvidado’

En el contexto de la propuesta de la Comisión de Europa de regular las técnicas de edición genética, Ricardo Serra afirmó que «la edición genética ha abierto la luz para ir por el buen camino. Ante la situación climática necesitamos cultivos que puedan adaptarse de manera más rápida a las nuevas realidades. Gracias a esta regulación se puede cambiar perspectiva».

Manuel Melgarejo, presidente de Corteva Agriscience para Iberia, comentó que, «contar con nuevas técnicas de edición genética nos va a permitir lograr variedades resistentes y optimizar los inputs y todo ello cuadra perfectamente con lo que la agricultura del futuro nos pide y con la seguridad y trazabilidad que demanda el consumidor. Es necesario que el agricultor europeo cuente con las mismas herramientas que ya están disponibles en otras partes del mundo».

Otro de los puntos clave en el actual contexto regulatorio es la importancia de contar con suelos sanos en la Unión Europea (UE) de aquí a 2050. Sobre ello, los participantes coincidieron en que el suelo ha sido el gran olvidado desde hace tiempo y que tiene un potencial muy grande para cumplir con los objetivos de sostenibilidad. Manuel Melgarejo, de Corteva, remarcó que «es importante recordar que el suelo es el origen de cualquier producción agrícola, da igual que sea herbácea o leñosa, y es lo primero que debemos cuidar: aportarle los nutrientes y el agua y, sobre todo, potenciar el bioma que es un elemento fundamental desde el que maximizar la productividad y minimizar el impacto. Es algo que tenemos claro desde Corteva y es una parte prioritaria de nuestra hoja de ruta en sostenibilidad con el desarrollo de herramientas eficientes para los agricultores».

En este sentido, Picazo, desde una perspectiva más científica, añadió que «el suelo es un gran sumidero de carbono y hay que mimarlo como ningún otro elemento de este planeta, no solo porque nos va a devolver mucho de ese carbono almacenado, sino porque podemos amplificarlo y también lograr que una productividad mayor».

Andrés García, director general de Garlan Sociedad Cooperativa, tras analizar los diferentes retos y líneas de acción, concluyó que «los suelos españoles están erosionados por un uso intensivo que ha pasado factura y esto está provocando que resuenen conceptos como la gestión del suelo a través de la agricultura regenerativa, que promueve la conservación de sus propiedades de distintas formas».

¿Cómo afronta el agricultor este contexto tan complejo?

Tras ahondar en las principales preocupaciones del sector, fue el turno de conocer la visión y preocupación directa del agricultor que está en el día a día en la explotación. El encargado fue García de Garlan, como máximo responsable de esta cooperativa con 750 titulares de explotaciones en el Norte de España. «La realidad de los agricultores y ganaderos está marcada por la incertidumbre del clima cambiante y extremo, la complejidad de la aplicación de la nueva PAC en Europa y la nueva normativa que tiene que cumplir un agricultor o ganadero y, la ambigüedad de la sociedad urbana ante la realidad que vive el campo», apuntó.

La tecnología es clave

Otro de los bloques clave fue el de la tecnología y la agricultura de precisión para lograr los retos de sostenibilidad. Jorge Martínez Guanter, responsable de Agricultura Digital de Corteva en Iberia, incidió en las tecnologías presentes y futuras del campo, así como el enorme valor del dato y las herramientas digitales para optimizar los recursos y ser más eficaces en el trabajo diario: «Lo esencial es entender el papel clave de la tecnología para la optimización de los insumos. Optimizar es dar al campo los insumos que necesita, solo cuando los necesita y en la cantidad necesaria. Estamos en un contexto de cambio y lo estamos viendo a nivel climático y regulatorio. Hay que conseguir afianzar esa parte tecnológica para poder ser sostenibles y realmente producir con la eficacia que busca la sociedad y la eficiencia que busca el agricultor». Ante ello, desde Garlan confirmaron que «la sostenibilidad, no es una opción, sino la opción; y la digitalización y la tecnología son las caves para para lograr producir más con menos».

En cuanto a ejemplos concretos, «las tecnologías que se están desarrollando y que tienen un grado alto de madurez son principalmente para la monitorización de cultivos desde tecnologías de satélites, drones que observan el cultivo y otros sensores que miden constantemente su evolución», apuntó el experto en agricultura digital.

Mirando más al futuro, Guanter señaló que otro aspecto interesante para el campo es la irrupción de la Inteligencia Artificial (IA). «Ya no es tan futurista. Hablamos de sistemas que ayudan a la toma de decisiones y procesan una enorme cantidad de datos que sería imposible hacer de otra forma. Estos sistemas no van a sustituir en ningún caso al técnico, pero sí lo van a complementar». Para subrayar que «la evolución de estas tecnologías es lo que nos va a permitir lograr la sostenibilidad y controlar la sanidad del producto, llevándonos a una mayor sostenibilidad económica de las producciones, clave para el mantenimiento del sector».

¿Qué demanda el consumidor y cómo responde el sector?

La población mundial sigue creciendo a un ritmo alto. Se estima que la población mundial aumentará casi 2.000 millones de personas en los próximos 30 años, pasando de los 8.000 millones actuales a los 9700 millones en 2050. Además, el sector es consciente que esta población creciente es cada vez más exigente: aspira a alimentos seguridad y calidad y a estar más informada de lo que come.

Manuel Melgarejo remarcó que «el crecimiento de la población es otro detonante añadido al cambio climático. Corteva es ciencia, tecnología e investigación desde distintos ángulos y nuestro objetivo pasa por transformar la ciencia en soluciones para que ayuden al agricultor a hacer frente a todos los retos y que a su vez generen un impacto positivo en la sociedad».

Por otro lado, ética y transparencia fueron dos tendencias comentadas durante la jornada. Para Ricardo Serra, de ASAJA, «hay que hacer un esfuerzo de divulgación de lo que hay detrás de cada producción, desde la regulación agraria para lograr los estándares de seguridad alimentaria exigidos y el esfuerzo que ello conlleva para los agricultores cumplir con ellos».

En este sentido, Jorge Martínez, de Corteva, añade la derivada tecnológica a la ecuación: «las grandes plataformas de consumo ya están demandando huella de carbono e hídrica de producto y, en base a eso, negocian precios».

En cuanto a la huella de carbono, Serra expuso la necesidad de contar con organismos independientes que se encarguen de certificar y avalar los procesos. «Solo así lograremos una mayor transparencia del mercado como ya existe en otros sectores y países», dijo.

Relevo generacional

El envejecimiento del sector agroalimentario es un rasgo característico tanto de la UE-27 como de España: en nuestro país más del 33 % de las personas empleadas tienen más de 50 años y el 41% de los titulares de explotaciones agrarias tiene más de 65 años.

García, desde Garlan, considera que la clave está en «lograr la dignificación del sector agroalimentario a través de la comunicación y desde el propio sector. Necesitamos hablar más de soberanía alimentaria, y sobre todo hacerlo desde dentro. La tecnología va a estar presente, pero el relevo generacional de las explotaciones es clave. Las personas son necesarias para lograr el éxito y afrontar los retos, junto al acompañamiento de los técnicos».

Corteva, por su parte, sostuvo la importancia de poner en marcha acciones que, aunque no lleven a la solución final del problema, puedan servir de palanca: «la realidad es que el sector está envejecido, pero con la nueva agricultura hay opciones. Creemos en el convencer a través de la transmisión de conocimiento y para ello contamos con ejemplos como nuestra red de Cátedras Corteva, con distintas universidades españolas, que busca generar un impacto positivo a las posibles nuevas generaciones del campo. Asimismo, a través de programas como Puebla o TalentA impulsamos proyectos de emprendimiento de jóvenes y otros perfiles clave como las mujeres rurales que pueda fomentar su futuro profesional en el campo».

Andrés García incidió en que «las cooperativas serán fundamentales para lograr el relevo generacional. Ante una necesidad que no se cubre, la realidad del entorno rural cambia, cuando queda una superficie de cultivo libre de la explotación familiar y la llegada de grandes industrias. De ahí la necesidad de mayor cooperación».

Por último, Jorge Martínez, de Corteva, puso una nota de optimismo a través de la tecnología: «A día de hoy se están formando perfiles, como ingenieros de telecomunicaciones, informáticos, electrónicos que están viendo en la parte de tecnología y digitalización una oportunidad. Hay focos con atracción hacia el sector que pueden tratar de revitalizarlo».

Alianza entre Corteva y Eltiempo.es

Esta iniciativa se enmarca dentro del acuerdo conjunto entre la compañía agrícola referente en tecnología aplicada a semillas, protección de cultivos, agricultura digital y soluciones biológicas, y Eltiempo.es, portal digital líder en meteorología y cambio climático. Una alianza llevada a cabo en 2022 a raíz de la preocupación de ambos agentes ante temas relacionados con la sostenibilidad, cambio climático y futuro del campo en España.

www.corteva.es

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Con motivo de la investidura como Doctor Honoris Causa de la Universitat de Lleida (UdL) del Profesor Elías Fereres (Universidad de Córdoba, Instituto de Agricultura Sostenible-CSIC), dentro de los actos del 50 aniversario de la ETSEAFIV (Escuela Técnica Superior de Ingeniería, Forestal y Veterinaria) de Lleida, el martes 13 de junio se celebrará la jornada ‘Agua y agricultura: Investigación y desarrollo para una agricultura sostenible en un contexto de escasez de agua’, organizada por este centro universitario y Agrotecnio. El evento tendrá lugar de 15:30 a 20:30 en el Salón de Actos de la ETSEAFIV. Además, podrá seguirse a través del canal de YouTube de la Real Academia de Ingeniería, de la que Fereres fue presidente.  

Durante la misma se analizarán los progresos científicos y tecnológicos de las últimas décadas. Ponentes del Centro de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de Extremadura (CICYTEX), de la Universidad de Córdoba (UCO), el Instituto de Agricultura Sostenible-CSIC (IAS-CSIC) o la UdL, entre otros, expondrán la historia de la investigación sobre el agua y la agricultura y, en concreto, sobre el riego eficiente, la adaptación al cambio climático, la teledetección en el manejo de agua o el uso del agua en los sistemas de secano. Tampoco faltarán los retos sociales que plantea el uso del agua en la agricultura en el futuro. 

En una segunda parte, enfocada al impacto de la investigación en la sociedad, se debatirá sobre la gestión pública del uso del agua, su calidad y su contaminación, el impacto en el medio ambiente o la visión de las comunidades de regantes gracias a ponentes de la Universidad de Córdoba, la Confederación Hidrográfica del Ebro, la Comunidad General de Riegos del Alto Aragón, el Centro de Investigación Tecnológica y Agroalimentaria de Aragón y WWF España.

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La bodega Raimat (D.O. Costers del Segre) ha estrenado recientemente la primera pared vertical de placas solares que cubre depósitos exteriores para la fermentación del vino. Se trata de la primera experiencia conocida de este tipo y, ante los buenos resultados, han anunciado que podría extenderse a otras bodegas del grupo Raventós Codorníu en un futuro próximo.

Esta pared contiene 70 placas fotovoltaicas, 35 kW instalados, que cubren 8 depósitos de acero inoxidable. Su colocación innovadora totalmente vertical tiene una triple función: captar energía solar para el autoconsumo y al mismo tiempo proteger del sol los depósitos y reducir la necesidad de refrigeración. El proyecto incluye la implementación de un sistema de seguimiento y optimización del consumo energético, uniendo el control de la producción con sistemas domóticos para la optimización del autoconsumo eléctrico en la bodega.

Joan Esteve, director de la bodega, ha señalado que «contamos con una potencia instalada en la bodega y en el viñedo de 500Kwp, lo que nos permite cubrir el 50% de nuestras necesidades eléctricas». Para añadir que «hay que tomarse en serio revertir el cambio climático y acciones como ésta, pionera en el mundo, son necesarias para hacer lo posible para conseguirlo».

La nueva pared solar de Raimat se ha presentado en bodegas de todo el país en una jornada organizada por INNOVI (Clúster Vitivinícola Català) y el CEC (Clúster de las Energías Renovables). El objetivo es «ampliar el conocimiento sobre las renovables en un sector, el de las bodegas, que ha visto aumentar su consumo energético en los últimos años». Una de las causas es la mayor necesidad de uso de energía para enfriar los mostos y procesos de fermentación debido a las temperaturas cada vez más elevadas y el consiguiente adelanto de la cosecha.

https://raimat.com/

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Un estudio del Centro de Investigaciones sobre Desertificación (CIDE), centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la Universitat de València (UV) y la Generalitat Valenciana, ha demostrado que, mediante diferentes estrategias de adaptación del viñedo a escenarios de calentamiento global, se podría conservar y mejorar el equilibrio alcohol–acidez, lo que daría lugar a vinos para cava de mejor estructura y perfil aromático.

El aumento de las temperaturas en los últimos 20 años ha adelantado la fecha de vendimia en la región mediterránea en 6 días de media, alterando la composición de los mostos. En regiones de clima continental y semiárido como el de Requena, la uva alcanza rápidamente concentraciones elevadas de azúcares y altos valores de acidez, mientras que su contenido en compuestos fenólicos se incrementa más lentamente. Además, las temperaturas nocturnas altas provocan cambios en la expresión varietal, lo que puede resultar en vinos de baja calidad. En la región vitivinícola de Utiel–Requena, estos efectos podrían alterar la tipicidad de sus vinos y concretamente la del cava, comprometiendo la competitividad del sector.

Debido a la pérdida de calidad del vino, los investigadores del CIDE han evaluado en un viñedo de Requena la eficacia agronómica de diversas técnicas de cultivo, como el sombreado de las cepas, el forzado de yemas (es decir, la poda severa después de la floración), la poda tardía y el mulching (o acolchado), para mejorar la composición de la uva ‘Macabeo’, variedad utilizada en la zona, con el fin de elaborar un mejor cava. Entre los resultados se ha observado que el forzado de yemas mejoró la composición de la uva, con una mayor relación alcohol–acidez y un menor grado de esta última.

Según Diego S. Intrigliolo, científico del CSIC en el CIDE, «los resultados han demostrado que mediante las técnicas agronómicas es posible modificar la composición de la uva e influir notablemente sobre la calidad de los vinos base para la posterior elaboración del cava».

 

Adaptaciones al cambio climático

Todas las técnicas ensayadas han servido para mejorar la composición del vino base con el que elaborar cava. La eficacia del sombreado dependerá en gran medida de las condiciones climáticas durante el periodo de maduración de la uva, debiendo prestarse más atención al estado sanitario de la uva. En años lluviosos y frescos no se recomienda la aplicación de la técnica de sombreado, que sería mucho más efectiva en las añadas más calurosas y secas. Por su parte, la técnica del forzado de yemas solo se recomienda para la elaboración de cava tipo premium de alto valor comercial.

«En las condiciones edafoclimáticas de Requena, el principal reto agronómico y enológico al que se enfrentan los productores de cava es la baja acidez y el elevado pH del mosto de la uva. En este sentido, se ha puesto de manifiesto la eficacia de las técnicas, dado que permiten modificar el microclima del racimo durante la época de maduración y disminuir la relación alcohol–acidez en los vinos base para cava», ha explicado Intrigliolo.

La investigación se ha elaborado con la colaboración de la Universitat de les Illes Balears (UIB), el Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA) y el Instituto Tecnológico de Viticultura y Enología de Requena.

El estudio se ha publicado en la revista Frontiers in Plant Science.

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El Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA) pondrá en marcha el proyecto ‘CITRUSREG: digitalización del riego en el cultivo de los cítricos por medio de sensores y adaptación al cambio climático optimizan el consumo de agua’, para mostrar a los productores y técnicos de explotaciones citrícolas la posibilidad de monitorizar el contenido de agua en el suelo a través de sensores para cultivar de forma sostenible desde el punto de vista hídrico.

A lo largo del proyecto, que cuenta con la financiación del Departamento de Acción Climática de la Generalitat de Catalunya, se instalarán sondas capacitivas de la marca Truebner para medir el contenido de agua en el suelo. Esto «permitirá evaluar el comportamiento de la plantación en los diferentes manejos de agua, así como conocer la dosis efectiva de riego, tanto en la parcela regada según las recomendaciones de la evapotranspiración, como en la parcela regada según los valores de las sondas». Asimismo, y gracias a esta tecnología, «los productores podrán ajustar la dosis de riego y reducir el consumo de agua. Para realizar este cálculo también se medirá el volumen de la copa y el área sombreada del árbol». Además, «durante los meses de verano se realizarán una o dos medidas del estrés hídrico de los cítricos en las diferentes parcelas o dosis de riego para ver la aclimatación de estos al cambio climático, y se realizarán con un porómetro que evaluará la conducta estomática de las hojas –el agua que libera la planta en forma de vapor– o el estrés hídrico cuando les falta agua».

La actividad se llevará a cabo en una parcela de 0,63 ha en una finca en Bitem, Tortosa (Baix Ebre), que contiene una colección de variedades de naranjas de media estación, injertadas sobre Citrange carrizo como patrón y con riego localizado de alta frecuencia, y se comparará con las variedades ‘Lanelate’ y ‘Chislett Summer Navel®’. Se instalarán un total de 12 sensores repartidos en dos parcelas en las profundidades de 20 cm, 50 cm y 80 cm, los cuales conforman lo que se llama conjunto perfil de humedad. En cada perfil «también se instalará un caudalímetro sobre la línea de goteo para conocer la cantidad de agua aplicada».

En una segunda fase se estudiará si existen diferencias entre parcelas en cuanto al crecimiento de los frutos. Se estudiará la curva de crecimiento del fruto, el diámetro, el grosor de la piel y el nivel de producción por árbol o la cosecha total de la plantación. En el momento de la cosecha, se pesarán las naranjas para calcular el volumen de producción. También se analizarán las propiedades de maduración interna, como el nivel de azúcares y acidez.

La demostración de esta tecnología será útil tanto para el sector productor de cítricos como para el comercializador, que a menudo dispone de grandes fincas. En Cataluña, el cultivo de cítricos representa 9.000 ha con una producción de 116.000 toneladas (t) anuales, según datos de 2017. Asimismo, el proyecto también transferirá su conocimiento a los productores de la zona Norte de Castellón, con 2.000 ha y 50.000 t de producción.

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