Introducir la mecanización en algunas tareas del campo, como la recolección de la fruta, mejora la eficiencia y la productividad. Por eso, la demanda de este tipo de sistemas ha crecido entre los agricultores. Usarlos implica reducir los costes de producción en la finca, sobre todo en las tareas de poda, una de las más costosas en los frutales. Éstas y los tratamientos fitosanitarios son algunas de las que más inversión de tiempo requieren. Pese a esas ventajas, el tamaño de las explotaciones y la tradición de realizar manualmente ese tipo de trabajos limitan la introducción de la tecnología entre los productores españoles.
Recientemente, investigadores de la Universidad de Plymouth (EE. UU.) han desarrollado un robot que recolecta fresas, todavía más lento que un ser humano, pero que está previsto que lo haga más rápido. El objetivo del prototipo es que recoja 25.000 frutos por día, cuando una persona es capaz de obtener 15.000 en ocho horas. El robot funciona con sensores y una cámara 3D que selecciona las fresas maduras. El invento pone sobre la mesa el debate de hasta dónde puede o debe llegar la mecanización en la cosecha de fruta y la presencia de la robotización en las tareas tradicionalmente reservadas a las personas.
En algunas plataformas web y blogs especializados se ofrecen algunos consejos para reducir los costes de producción en una explotación frutícola. Uno de ellos es arrendar terrenos antes que comprarlos, ya que el coste elevado del suelo no facilita que la finca tenga las dimensiones necesarias para que la cosecha sea rentable.
Algunas de las recomendaciones para ahorrar costes de producción implican la especialización en un solo producto, emplear marcos de plantación en vaso para que los árboles no superen los dos metros y no sea necesario utilizar maquinaria y apostar por las plantaciones intensivas, ya que la revolución varietal obliga a cambios repentinos en la configuración de las fincas. Estas consideraciones se realizan en un entorno que determina la necesidad de conseguir la máxima productividad por hectárea e individualizar los sistemas de riego y fertilizantes en cada parcela.
El control de las malas hierbas
Uno de los procesos previos a la recolección de fruta en los que más se está apostando por la mecanización es la escarda, el control de las malas hierbas. El ingeniero agrónomo de la Universidad Politécnica de Madrid, Jacinto Gil, recuerda que «las hierbas silvestres compiten con las plantas en la captación de agua y los nutrientes del suelo, por lo que hay que combatirlas para que no mengüen las cosechas».
Aunque las malas hierbas ejercen una acción de protección contra algunas plagas, la escarda es el sistema que las elimina cuando coinciden con las plantas cultivadas. Este trabajo, que generalmente se ha hecho a mano, se está empezando a mecanizar con el propósito de eliminarlas totalmente y mejorar la conservación del suelo.
Pero, ¿cómo actuar en el momento de plantar las variedades para reducir costes de producción? El grupo empresarial Agromillora, líder en el sector de los viveros de frutales y uno de los referentes en el ámbito de la comercialización, plantea la importancia del sistema superintensivo para rebajar gastos, maximizar la cosecha y mejorar la calidad del fruto. Para la empresa, la viabilidad de esta modalidad en las fincas es posible gracias los portainjertos, que son «patrones clonales multiplicados que conservan la máxima calidad genética y sanitaria para adaptarse a este sistema».
Entre las ventajas del sistema superintensivo, Agromillora destaca el aporte de vigor, una entrada en producción más rápida, un avance de la maduración, una fruta con mayor calibre y coloración y un incremento de la cosecha. Incluso con una recolección manual, el superintensivo reduce los tiempos de recogida si se compara con la alineación tradicional de los árboles en vaso.
Desde Agromillora se está investigando para lograr incluir el máximo de especies en los cultivos de alta densidad. Con el formato de planta Smarttree, la compañía incide en la «mecanización total de las labores de cultivo y recolección». Esta estrategia se concretó en 2014 con una serie de ensayos en explotaciones de melocotón, albaricoque y ciruela. Las pruebas, que se han realizado en cultivos para la industria, todavía suministran resultados experimentales, pero «disponemos de indicadores muy prometedores».
Las técnicas de mecanización
En una ponencia en el III Congreso Nacional de la Fruta de Hueso, el responsable técnico de Agromillora, Ignasi Iglesias, aseguró que «para rebajar los costes de producción, la única vía que se impone es reducir la mano de obra en la recolección, la poda o el aclareo de frutos». En su intervención, Iglesias destacó la importancia de aumentar la eficiencia de las plantaciones, mejorando la productividad y la calidad.
Para lograr este objetivo, la mecanización es un proceso esencial. En este caso, Iglesias recomienda «contar con superficies mínimas de plantación y adaptar la copa de los árboles a las máquinas para hacerlas más accesibles». Lograr la adaptación implica utilizar formas planas o bidimensionales, que necesitan patrones de vigor bajo y que usen lo menos posible los reguladores de crecimiento.
El sistema ya funciona en especies como el manzano y el peral, aunque todavía se ha de desarrollar en variedades de fruta de hueso por la falta de patrones de poco vigor y de un vaso de plantación pequeño con un volumen eficiente. Como responsable técnico de Agromillora, Iglesias ofrece consejos para mejorar la eficiencia en el frutal. «Un árbol pequeño siempre es más adecuado porque favorece la iluminación, la accesibilidad a la copa, la mecanización, la facilidad en los tratamientos fitosanitarios, una mejor calidad de los frutos y una producción más rápida». Aunque una densidad mayor de plantación también acaba elevando los costes de producción.
Además de la mecanización, el profesor del Centro de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de Extremadura (CICYTEX), Manuel Serradilla, asegura que el futuro de la fruta de hueso no se puede entender si no se «aplica la robótica y la mecanización en la recolección». Eso sí, la clave, según añade, pasa por no modificar la alineación de los árboles para agilizar el proceso y que éste no afecte ni dañe el fruto. Serradilla considera que este objetivo se debe complementar con el riego deficitario y una mejora genética para otorgar más calor y sabor al producto.
Recortar gastos con la poda
Otra de las tareas que permiten reducir los costes de producción es la poda mecánica. Una de las máquinas que acomete este propósito está diseñada por la empresa italiana Rinieri. Gracias a sus cuchillas se pueden cortar ramas de hasta cuatro centímetros de espesor. Además, dispone de un brazo vertical que alcanza los 3,50 metros. Desde la compañía italiana se comenta que es «una máquina resistente con una gran calidad de corte y adecuada para las explotaciones grandes». En este caso, la podadora permite dos usos: realizar retoques manuales, una vez utilizada, o intervenir únicamente de forma mecánica. Uno de los pocos gastos que acumula es el depósito de combustible que la alimenta.
Desde la Cooperativa Agrícola de Algemesí (Copal) se aconseja utilizar la prepodadora de discos. En un brazo articulado se colocan cinco discos alineados que se mueve gracias a una bomba hidráulica situada en la toma de fuerza del tractor. El giro de los discos favorece que se corten las ramas de la finca. La entidad aprovecha este método para llevar a cabo las tareas de prepoda en cultivos de cítricos y caquis. De momento, los técnicos de la entidad aseguran que «los costes están siendo interesantes para los socios, ya que reducen la mano de obra, a la vez que ganan en eficacia y eficiencia». Para que la máquina funcione, es necesario tener un marco de plantación adecuado. Para comprobar su utilidad, Copal la ha puesto gratuitamente a disposición de los agricultores.
Un estudio de la propia cooperativa señala que la poda mecánica es una operación rápida que consume relativamente poco en comparación con la manual. El inconveniente principal es que la mecánica por sí sola no es suficiente. Así, si se realizan las dos, las ventajas de la mecánica desaparecen. De hecho, al combinarlas, el tiempo de poda solo disminuye un 11%, lo que no resulta suficiente a nivel de costes de producción.
La revisión de la producción, si solo se efectúa con una sola cosecha, concluye que con un tratamiento con poda manual, la recolección es más elevada. Si se utilizan los dos sistemas de forma alternativa, al cabo de los años, la producción acaba siendo la misma que si se opta solo por la manual. De momento, según los estudios de Copal, la «alternancia entre la poda mecánica y la manual es la aconsejable, ya que realizarla exclusivamente con la primera, reduce la cosecha al cabo de los años».
Mejorar las técnicas de aplicación de la mecanización es uno de los retos pendientes de la fruticultura, especialmente de las especies de fruta de hueso. El futuro más cercano dibuja un escenario en el que, con una mano de obra más escasa, cara y menos especializada, los productores deben adaptarse a una nueva realidad. Para hacerlo, han de apostar por árboles con menor volumen de copa, explotaciones con formas bidimensionales y mejorar la eficiencia productiva en aspectos como la calidad, el uso de agua o los fertilizantes y fitosanitarios. La revolución ha llegado a algunos cultivos, como el olivar, los almendros o los cítricos. La recolección se realiza a través de máquinas cabalgantes. El equivalente en las especies de fruta de hueso serían las máquinas planas que abren la puerta a una nueva dimensión: la robotización en la recolección de fruta.
David Rodríguez, Barcelona.
Publicado en Revista de Fruticultura nº 70